La valentía de los pilotos del Mundial de motociclismo es algo que se demuestra en cada carrera, pero en Malasia se dio un paso más porque los participantes tuvieron que pelar entre ellos y contra la resbaladiza pista del circuito de Sepang. La lluvia convirtió el asfalto en una piscina, sobre todo en MotoGP, donde una bandera roja paró el gran premio en la vuelta 13, siete antes del final, cuando peor lo pasaba el líder del Mundial, Jorge Lorenzo (Yahmaha), segundo tras Dani Pedrosa (Honda) y a punto de ser adelantado por el australiano Casey Stoner (Honda).
De hecho, los comisarios tomaron la decisión de suspender la carrera por las quejas de Lorenzo, que no paraba de señalar al cielo por la copiosa lluvia que caía, y que de hecho a punto estuvo de irse al suelo, pero salvó la caída, y 20 puntos de su ventaja, al poner el pie de forma milagrosa. Eso les llevó a cortar por lo sano una vuelta antes de lo lógico, lo que provocó un lío posterior con los pilotos en boxes por culpa del reglamento.
Para entonces, ya eran muchos los pilotos que no habían tenido tanta suerte como el español. El primero que tuvo que abandonar fue el estadounidense Ben Spies, el compañero de Lorenzo, que lleva un Mundial desastroso con cinco abandonos en las últimas siete carreras. Le siguió el italiano Andrea Dovizioso, que fue el siguiente piloto que se quedó tirado en la grava.
A partir de entonces, con la lluvia que empezaba a caer con más fuerza, se sucedieron los abandonos. Cal Crutchlow y Randy de Puniet se cayeron casi a la vez. De hecho, el británico vio en primera línea la caída del francés porque éste se fue al suelo en el mismo punto que Crutchlow, pero unos pocos segundos después.
Por último, también se cayeron el alemán Stefan Bradl y el español Iván Silva, y porque dirección de carrera suspendió la carrera en la vuelta 13, una antes del mínimo que está establecido para estos casos, que si no, quizá se hubiera caído alguno más.
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