Mujeres y luchadoras, las brasileñas se suben al ring

  • A Poliana Botelho los ojos morados, los rasguños y el sudor le embarran una sonrisa aturdida.

Con los golpes aún calientes, grita de euforia por ser la mejor luchadora de MMA de su categoría y la única que sale caminando de un ring donde vale casi todo. Mientras, su rival está siendo atendida por los médicos semiinconsciente.

Empapado por el calor y la adrenalina, el público que rodea el ring jalea a la competidora local que acaba de ganar el primer cinturón mundial femenino de la franquicia XFC de Artes Marciales Mixtas (MMA) en Sao Paulo.

No tuvo la misma suerte la también brasileña Bethe Correia cuando retó semanas antes a la reina mundial del MMA, la estadounidense Ronda Rousey, por el cinturón de la más poderosa franquicia del planeta, la UFC: aguantó apenas 34 segundos de golpes y cayó noqueada a los pies de la octava deportista mejor pagada del mundo en 2015.

Esta disciplina que nació del 'vale tudo' brasileño y se convirtió en un millonario negocio en Estados Unidos pone todas las artes marciales al servicio de sus luchadores, que se enfrentan en duelos cuerpo a cuerpo divididos en varios 'rounds', que garantizan un contacto al máximo.

El universo del MMA ha conquistado la atención de los brasileños, donde los suscriptores al canal Combate, el único especializado en luchas, se multiplicaron por cinco desde 2010, según los datos de la propia emisora del grupo Globo.

Si tradicionalmente el ring sólo se entendía en masculino, en el Brasil de las redes sociales, el 45% de los 'superfans' -los seguidores con mucho interés en un deporte- de MMA son mujeres, de acuerdo con una encuesta de Ibope.

Aunque Poliana, una joven fibrosa y sonriente, no sabía dónde se metía cuando hace tres años fue a una clase de muay thai, un tipo de boxeo tailandés, para bajar peso. Por entonces, vendía zumos en una tienda, tenía 23 años y un afilado instinto competitivo que llamó la atención del profesor.

El primer día ya le propuso combinar distintos tipos de lucha y meses después peleaba su primer combate de MMA.

"Cuando me hice profesional, una amiga me dijo: 'Poliana, ¡si tú no matas ni a una hormiga!' Y yo le expliqué que esto es un deporte. La gente imagina que sólo hay sangre, peleas... pero no es así".

Su familia le apoyó desde el principio, menos una tía que no entiende por qué quiere estropearse a golpes una cara tan linda.

A pocas horas de lanzarse a por la argentina Silvana Juárez, 'La Malvada', Poliana sólo piensa en un vaso de agua, un placer racionado cuando se pierden nueve kilos en una semana para no superar el peso exigido para pelear (56,7 kg en su categoría).

A ella no le sorprende que en la web Combate, el mayor portal de MMA en Brasil, 20 de las 25 notas más vistas en agosto fueran sobre luchas femeninas.

"Los hombres estudian mucho al adversario y las mujeres desde el principio queremos atacar porque tenemos más rivalidad. Necesitamos sentirnos las mejores, las más bonitas, es el ego que tenemos todas", opina Poliana, que considera que un rostro lindo multiplica el éxito de una luchadora.

El fin de semana de la pelea Correia-Rousey en Rio de Janeiro llevó a casi cinco millones de internautas brasileños a entrar en combate.com y al canal Globo a duplicar su media de audiencia en el horario de medianoche.

Los brasileños poco caso hicieron a su bandera y se rindieron al huracán Ronda, una luchadora reconvertida en estrella de Hollywood, que ha hecho de su sensualidad y su habilidad innata para el combate una factoría que le generó 6,5 millones de dólares entre junio de 2014 y de 2015, según la revista Forbes.

En medio de la potente maquinaria del UFC -que trasmite sus eventos a 800 millones de espectadores de 129 países-, Correia saca las uñas para mantenerse entre las mejores.

Ella también rompió con una vida estable como contadora, y con su matrimonio, después de probar la adrenalina del ring hace menos de cuatro años.

"Cuando mi familia supo que me iba a hacer profesional entró en pánico. Creían que me había vuelto loca", recuerda Bethe, que a sus 32 años acaba de ir a California para mejorar su preparación.

La voz dulce que llega a través del teléfono no se corresponde con la mujer agresiva que se susurraba amenazas con Rousey, ambas maquilladas y con ropa sugerente, antes del combate de Rio. Ni con la luchadora que le recordó a su rival su pasado como bulímica para desestabilizarla.

Bethe, sin embargo, no considera que el MMA fomente la violencia.

"Entrenamos muchísimo para aprender a defendernos, a encajar golpes sin hacernos daño, es un deporte muy técnico y profesional. No es una pelea de calle. Nos enfrentamos a personas de nuestro peso y hay unas reglas, árbitros y médicos cerca", argumenta.

Poliana coincide y asegura que desde que comenzó a pelear es una persona mucho más tranquila, a pesar de que su imagen en el suelo retorciéndose con 'La Malvada' en un combate durísimo no ayude a demostrar su argumento.

"Lo que quiero ahora es ser la mejor del mundo, quiero ser capaz de pasar por encima de quién sea", asegura seria.

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