Mundial para ciegos: Una historia de fútbol y superación a dos partidos del título

    • “El fútbol significa para mí, lo mismo que para una persona que ve”, resume Adolfo Acosta, capitán de la selección.
    • “La principal lección es el esfuerzo que tienen que hacer en su vida. Es superación día a día”, explica el seleccionador.

     

Que el fútbol es algo que, por encima de todo, se siente y se vive, alcanza una dimensión mayor cuando nos acercamos a este deporte practicado por ciegos. Después de superar a Corea del Sur en los penaltis, España luchará el domingo ante Argentina por una plaza en la final del Mundial de Tokio. En el fútbol para ciegos conviven videntes (porteros, guías y entrenadores) y jugadores ciegos. Por encima de todo, son futbolistas que sueñan con ser campeones del mundo por primera vez en la historia. “El fútbol significa para mí, lo mismo que para una persona que ve”, resume Adolfo Acosta, capitán de la selección. “Practicar el deporte que me gusta e intentar llegar lo más alto posible”, dice al teléfono desde Japón.

Ciego desde los doce años, Acosta empezó a jugar al fútbol para ciegos en un colegio de la ONCE. Su calidad y pasión por el fútbol le han llevado al equipo nacional. Lo mismo que a Jesús Bargueiras, seleccionador, o a Pedro Gutiérrez, uno de los guardametas. “La principal lección es el esfuerzo que tienen que hacer en su vida. Es superación día a día”, explica Bargueiras, que compagina su cargo con el de entrenador de las categorías inferiores del Real Madrid. También fue segundo técnico del Rayo Vallecano de División de Honor juvenil.

“Cambias el punto de vista”, apunta el portero. “Tú ves a esta gente que sale adelante con la minusvalía que tienen, y dices ‘pero qué problemas voy a tener yo’”, reflexiona. Acosta le resta importancia. Si ustedes han conocido personas con cualquier tipo de discapacidad, sabrán que una de sus lecciones es la normalidad. “Tengo que trabajarme las cosas como todos”. “La gente que lo ve como ‘pobre ciego que juega al fútbol’, está muy equivocada. El que está en la selección está al máximo nivel y entrena y cobra para ello. La gente tiene una discapacidad pero desempeña su trabajo y lo que hacen en el día a día de manera normal”, cuenta Gutiérrez, que como el resto de los jugadores de la selección disfruta de una beca para deportistas de alto nivel.

Bargueiras entró en el fútbol para ciegos como preparador físico del equipo nacional. Gutiérrez por la recomendación de una persona que le cambió la vida, que le metió en un mundillo que le ha permitido ser campeón de Europa y estar disputando un Mundial. “Jugaba a fútbol sala y una persona me ofreció la oportunidad de jugar en el equipo de Madrid de ciegos. No tenían porteros, fui a probar y me enganchó de tal manera que me quedé”. A sus 28 años, está a dos partidos de salir campeón del mundo. “Los colegas siguen con el cachondeo (sano). ‘Ya vas a que te marquen los ciegos’, me suelen decir. ¡Que se pongan ellos y verían!”, bromea.Los guías son los ojos de los ciegos

En el fútbol para ciegos, el portero es el único jugador que ve. Además de parar balones, también tiene que ser los ojos de sus compañeros. Si un arquero de un equipo convencional ya tiene que tener un punto de cacique, en el fútbol para ciegos es indispensable. El campo se divide en tres tercios, dentro de cada cual hay una persona con voz. Gutiérrez manda todo lo que está en su tercio, el opuesto es competencia del guía de área (encargado de orientar a los futbolistas de cara a puerta) y el entrenador comanda la franja central. “Hay mucha presión porque es como si estuviera jugando. Tienes que estar atento a todo, si tienen que pasar, apretar, si pueden salir…”, relata Bargueiras. “Los guías son muy importantes y la compenetración clave”, concede el capitán.

El fútbol para ciegos lo juegan personas que no ven nada. Los equipos están compuesto de cinco hombres, que compiten en un campo de fútbol sala delimitado por vallas y al aire libre para evitar ecos y resonancias que compliquen las instrucciones o el sonido del balón, equipado con unos instrumentos que le hacen ‘avisar’ de sus movimientos. Los cercos del campo tienen como función proteger a los jugadores de choques contra banquillos u objetos intrusivos de las bandas y delimitar la compleja tarea de orientación. “Lo que más les cuesta son las jugadas asociativas, porque es muy difícil pasar al pie y saber dónde está el compañero”, cuenta el portero. “La mayoría de las cosas dependen de la calidad técnica individual. Regate, conducción, disparo… las asociaciones son más complicadas”, reconoce el entrenador.

Aunque ellos lo viven desde dentro, no dejan de ser dos ‘teóricos’ sobre qué es lo más difícil para un futbolista ciego. “Es un poco todo…”, apunta Acosta. “Tienes que tener mucha habilidad con el balón, orientación para saber moverte por el campo y muy buena comunicación con los compañeros y saber esquivar a los rivales. Son un cúmulo de factores que hace que todas las personas con esta discapacidad no estén preparadas para jugar a este deporte”.

El scouting y la preparación de los partidos, algo inherente al deporte de élite, no escapa al fútbol para ciegos. La complejidad es máxima, pues hay que instruir a los jugadores sobre amenazas a las que no pueden ver. “Los videntes simulamos los gestos técnicos y la velocidad que imprime cada jugador. Dependiendo de las características de cada rival, les pedimos una cosa u otra. Si tiene mejor o peor conducción, disparo… les damos unas pautas y saben si tiene que replegar o atacar”. A la hora de trasladar esto al campo, uno de los guías les canta desde la barrera el nombre del jugador a defender, sobre el cual ya maneja una batería de información. “Sabes lo que tienes que hacer, pero a la hora de la verdad eres tu contra otro y ahí tienes que tirar de concentración e intuición”, dice Acosta. Siempre que hay una disputa de balón, el futbolista de avisar chillando ‘voy’.

En fútbol para ciegos, España también es una potencia. Siete campeonatos de Europa, dos subcampeonatos mundiales y un bronce olímpico dan lustre al palmarés. Si esto es posible es gracias a la calidad de jugadores y entrenadores y a la vocación de superación de un puñado de jugadores ciegos que son los mejores en lo suyo. “El día a día tiene obstáculos y los superan sin ningún problema. Les enseñas cosas nuevas y las aprenden rápido. Lo afrontan con muchas ganas, ilusión y superación. Están acostumbrados a eso todos los días de su vida. Su capacidad de superación es muy grande”, resume el seleccionador Bargueiras.

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