Murray sale del túnel

  • Londres 2012 sacó a Andy Murray del túnel y le mostró la luz que contempló desde lejos durante tanto tiempo, de la que se distanciaba una y otra vez en cada frustrado intento, y que al fin alcanzó amarrado al oro olímpico.

Londres, 6 ago.- Londres 2012 sacó a Andy Murray del túnel y le mostró la luz que contempló desde lejos durante tanto tiempo, de la que se distanciaba una y otra vez en cada frustrado intento, y que al fin alcanzó amarrado al oro olímpico.

Murray respiró tranquilo y alzó los brazos al cielo cuando el punto final selló su victoria en la final de los Juegos ante el número uno del mundo, el suizo Roger Federer. El escocés descansó.

Wimbledon, que semanas atrás acentuó su condición de perdedor, le redimió en la misma pista que entonces, en la cancha central del All England Club. Su casa. Su escenario.

La leyenda derrotista que acosa el trayecto profesional del británico se quedó sobre la hierba del legendario club inglés. El que suele doctorar a cada flamante campeón y que había dado la espalda a sus intenciones.

Fue más que una final. Más que un oro olímpico. Londres 2012 enterró las secuelas de las grandes frustraciones, de las condenas a segundón. Dos finales del Abierto de Australia, una del Abierto de Estados Unidos y la reciente de Wimbledon, todas perdidas, despertaron las sospechas alrededor del jugador.

Intentos fallidos que mantenían a Andy Murray al cuarto puesto del ránking. Al margen de la terna dominadora por tradición. Aún a un escalón de Roger Federer, de Rafael Nadal y de Novak Djokovic. Y amenazado por los que vienen detrás, especialmente por el argentino Juan Martín del Potro, que ya posee un 'major' en su historial.

Los veintidós títulos en su mochila, entre ellos 8 Masters Series (ahora Masters 1000), no terminaban por animar sus expectativas. Murray explotó, sin embargo, en su año menos fructífero, amparado en el torneo de Brisbane y las final perdida en el All England Club.

No había forma de escape. El impulso definitivo para este jugador que comenzó a jugar tenis a los tres años dirigido por su madre, Judy, una ex entrenadora nacional de Escocia y por su talento animado por su hermano mayor, Jamie, con el que comparte la modalidad de dobles.

Con el deporte en las venas y el fútbol como pasión estuvo a punto, incluso de formar parte del Glasgow Rangers. Pero su habilidad con la raqueta fue mayor. Estuvo en Barcelona desde los quince años y empezó a destacar. Ganó el abierto de Estados Unidos júnior y fue finalista de Roland Garros en esa categoría, en la que alcanzó el número 10 mundial.

Ganó su primer torneo en el circuito con diecinueve años, un año después de empezar a experimentar y a formar parte del ránking mundial.

Con un puñado de títulos en el bolsillo y un futuro prometedor, empezó a escribir su historia victimista en el 2009, su primera gran oportunidad, la final del Abierto de Estados Unidos, que perdió ante Roger Federer con claridad (2-6, 5-7, 2-6).

Ha sido el suizo el que más ha acentuado la condición perdedora del escocés. Fue él que le apartó de tres de las cuatro que ha disputado. La otra, en el Abierto de Australia del 2011, corrió a cargo de Novak Djokovic.

Murray se ha tomado cumplida revancha y a ambos les apartó del oro. Acabó con el serbio en semifinales. Y batió al suizo en la final. Andy Murray se quedó con el oro.

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