Neymar, el monstruo olímpico

¿Qué habría pasado si Neymar hubiese jugado la semifinal del Mundial-2014? ¿Lo de hoy en el Maracaná? Todo puede suceder en el fútbol. Lo cierto es que el astro le regaló a Brasil el oro olímpico de Rio-2016 y pudo calmar por ahora el molesto fantasma del 7-1.

Neymar necesitaba un partido como el de este sábado en el mismísimo templo del fútbol brasileño, y mucho mejor ante Alemania, para sanar el orgullo herido y frenar la caída libre de la auriverde desde la vergüenza en el Mineirao hace dos años.

Llamado a ser el heredero de 'O Rei' en la verdeamarela, Neymar tomó la bandera del alicaído fútbol brasileño luego del fracaso en el Mundial de Sudáfrica-2010 y desde entonces el camino recorrido le ha mostrado más las caras de la derrota y la decepción.

Un año antes de la pesadilla del Mundial, el '10' conquistó en el Maracaná la Copa de las Confederaciones con un Brasil bajo sospechas de agonía, pero que a fuerza del talento del 'menino' se las arregló para golear 3-0 en la final a España, el campeón del mundo en ese entonces.

Y efectivamente lo de la Confederaciones fue un espejismo.

La catástrofe de la seleçao en el Mundial-2014 podría entenderse como esos hechos excepcionales que sólo se dan una vez en la vida o cada 100 años. Brasil soñaba con el 'hexa' pero practicaba un fútbol alejado de sus raíces, feo, físico y ultra resultadista.

No fue bueno su debut ante Croacia, a la que ganó favorecida por una desacierto arbitral, empató con México a duras penas, sufrió con Chile el drama de los penales en los octavos y a Colombia en cuartos la derrotó en medio de polémicas y con Neymar rumbo al hospital.

Era posible que perdiera la Copa, pero nadie imaginó que sería como fue, con humillación, con desastre.

Pero las pesadillas de Brasil y Neymar continuaron. La Copa América de Chile-2015 lo recibió como uno de los astros del mundo, pero su volátil temperamento lo traicionó y se fue expulsado con una sanción de cuatro partidos. Final de su historia y en la que Brasil fue un desastre sin el astro.

La Copa América Centenario, en junio de este año en Estados Unidos, no la disputó. El Barcelona le permitió alistarse para los Juegos Olímpicos, sus segundos consecutivos, y Brasil extrañó al '10' y se marchó con pena, como se fue Dunga al ser destituido.

Los Juegos Olímpicos arrancaron para Brasil en medio de decepciones, con Neymar en la mira de los francotiradores por su bajo rendimiento y por dos empates sin goles con sabor a derrota ante Sudáfrica e Irak.

Pero la verdeamarela se sacudió y el '10' le regaló a la torcida un partido sensacional ante Dinamarca, goleándola 4-0 y recuperando parte de la filosofía del 'jogo bonito' que se había extraviado a pesar de los títulos en los Mundiales de Estados Unidos-1994 y Corea del Sur y Japón-2002.

Colombia seguiría en los cuartos de final y Brasil se armó con el cuchillo entre los dientes para imponerse 2-0 en un partido ríspido en el que los cafeteros pretendían cazar al '10'. Una vieja historia de desencuentros entre 'Ney' y los colombianos.

Superada esa prueba apareció en semifinales la sorprendente Honduras, que había eliminado a Argentina y Corea del Sur.

El astro guió a la seleçao para darle a la 'H' un baile de 6-0 en el Maracaná y así llegar a la final contra Alemania, nada menos que el '7-1' en persona.

Dicen que no hay alegría sin dolor, y Brasil sufrió hasta el último minuto con los germanos en su templo sagrado para desatar el carnaval de Rio. La llave maestra de la felicidad total la tenía Neymar, golazo de tiro libre y el quinto penal en sus pies.

Brasil por fin abrazó su sueño dorado. Y con un monstruo como Neymar tenía que ser posible.

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