Pedro Pablo Pichardo, un águila con el orgullo herido

  • Pedro Pablo Pichardo acostumbra a llevar al cuello una medalla de oro con la imagen de un águila, símbolo de los altos vuelos que quiere alcanzar en su disciplina. La plata conseguida este jueves en el Mundial de Pekín le deja con el orgullo herido y ganas de revancha.

"La llevo porque me gustan las águilas. Además creo que simboliza perfectamente lo que yo quiero en mi deporte. En el triple salto se trata de volar y por eso me gusta llevar un águila al cuello", había contado la estrella cubana a la AFP el miércoles, tras conseguir la clasificación a la final en la capital china.

La comparación no andaba equivocada. Como un águila real, el atleta santiaguero de 22 años cuenta entre sus cualidades excepcionales con una vista aguda y una capacidad innata para en cuestión de segundos analizar el terreno, medir las distancias con precisión de cirujano y cortar el aire a una velocidad endiablada en busca de una presa o una presea, poco importa. Aunque él quería que la medalla fuera dorada.

Junto a la del águila, otra medalla de oro le acompaña a menudo y es especialmente querida por Pichardo, una con la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, como "protección contra las lesiones y las cosas malas de la vida".

Hijo de Jorge y Rosa Iris, exatleta él y bailarina ella, Pichardo, tercer medallista cubano en Pekín-2015 tras los oros de Denia Caballero en disco y Yarisley Silva en garrocha, estaba desde pequeño predestinado al ejercicio físico y los hábitos saludables.

"El béisbol nunca me gustó, nunca lo tuve en mente, mas bien me gustó el boxeo, que también es popular en Cuba. Entre los seis y los diez años hacía los dos deportes, atletismo y boxeo. Si no hubiera sido triplista tal vez me habría decantado por ser boxeador", admitió recientemente en una charla con el exatleta de Trinidad Ato Boldon, publicada en la web de la Federación Internacional (IAAF).

El atletismo ganó la batalla y desde 2009 se especializó en el triple salto. Su gran salto se dio con el oro en el Mundial júnior de Barcelona en 2012 y un año más tarde estaba ganando la plata en el Mundial de Moscú, en categoría absoluta.

A partir de ahí su carrera ha ido sobre ruedas y en este 2015 los éxitos se encadenaron: 18,08 metros en el Memorial Barrientos de mayo en La Habana y oro panamericano, como avales antes de llegar al Mundial de Pekín, donde Christian Taylor, con un salto estratosférico (18,21), le privó del oro.

Con fuerte carácter y las ideas claras, Pichardo llegó a plantar cara a las estructuras del atletismo cubano por desacuerdos con la imposición de Ricardo Ponce como entrenador. No compitió durante ocho meses en 2014 por su conflicto con la Federación Cubana, que terminó aceptando a Daniel Osorio, con el que Pichardo sí conecta, de cara a este 2015, con el reto de Pekín en el horizonte.

Pichardo podrá ahora descansar tras la batalla, pero tendrá que aprender a dormir con una espinita clavada. "La plata sabe buena", dijo este jueves, pero el oro sabía mejor y alguien con su carácter ganador lo sabe mejor que nadie.

A sus 22 años, el águila acaba de empezar a volar y su mente planea ya sobre Rio de Janeiro.

dr/jt

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