Pepu Hernández regresa a casa y se enfrenta a su pasado por primera vez

José Vicente Hernández Fernández, Pepu, lleva los genes 'colegiales' en su sangre, es un producto 'made in Ramiro de Maeztu'. A los seis años su padre le inscribió en el colegio de la calle Serrano, y a la vez que estudiaba formó parte de las categorías inferiores de Estudiantes desde alevines hasta juveniles ("allí sólo había canastas, así que me di cuenta pronto a lo que había que jugar", ha afirmado).

Sin tener la mayoría de edad comenzó a entrenar equipos de la inagotable cantera estudiantil, extendiendo y preconizando por el Magariños y la Nevera todos los ideales formativos que él mismo absorbió. "En el Ramiro hay algo muy importante de lo que nos damos cuenta después y es el tipo de formación que nos han dado, los valores que nos han inculcado", aseguró en una entrevista hace algunos años.

En 1990 entró en contacto con el baloncesto profesional al ocupar el puesto de segundo entrenador del primer equipo de Estudiantes. Cuatro años acompañó a Miguel Ángel Martín, 'el cura', hasta que tomó la alternativa y se puso al frente. Once años, hasta el final de la temporada 2004-05, comandó a los estudiantiles, a los que asentó entre la élite del baloncesto español, conquistando una Copa del Rey, y sendos subcampeonatos en la Liga ACB y en la Copa Korac.

Campeón del mundo junto a Gasol, Navarro y compañía

Si el cariño y el respeto de 'la Demencia', la inagotable y fiel afición de Estudiantes, lo tiene ganado para siempre, y eso que en ocasiones les ha reprochado algunas de sus acciones, el de todos los seguidores al baloncesto en España lo conquistó en 2006. Aquel mágico verano todos estuvimos pendientes de la ciudad japonesa de Saitama, donde Gasol, Navarro y compañía, bajo la dirección del técnico madrileño, se convirtieron en campeones del mundo tras realizar un torneo espectacular.

Dos momentos calaron especialmente entre los aficionados. El primero fue cuando se hizo público que el padre de Pepu había muerto horas antes de la disputa de la final ante Grecia, y el técnico prefirió no comunicárselo a los jugadores para que no les afectara, en un gesto que ejemplifica su alta valoración por el bien colectivo. El segundo llegó cuando, durante la celebración del título en la madrileña Plaza de Castilla, dirigió a los asistentes unas palabras que han quedado guardadas en la memoria del colectivo: "Os voy a decir una palabra. Y escuchadla bien, porque de ahora en adelante va a ser muy importante: BA-LON-CES-TO".

Su salida de la selección, tras perder la final del Europeo celebrado en Madrid en 2007 ante Rusia y poco antes de la disputa de los Juegos Olímpicos de Pekín, no fue la más adecuada para el técnico que había logrado el mayor hito en la historia del baloncesto español, pero tanto la Federación como el propio Pepu fueron incapaces de arreglar sus diferencias.

Regreso a los banquillos en la Penya

Pese a que se labró buena (y merecida) fama como conferenciante, el gusanillo de entrenar, de estar en contacto con el balón, con el parqué, con la competición, lo llevaba dentro, y a finales de la temporada pasada aceptó la llamada de DKV Joventut. El equipo verdinegro es un conjunto de filosofía similar a Estudiantes, con un gran interés por la cantera y la formación de jugadores, por lo que Pepu, que en más de una ocasión ha dicho que de no ser entrenador hubiera sido profesor (pese a que inició la carrera de Periodismo e incluso hizo prácticas en la Cadena SER), se sintió cómodo en la Penya desde el primer momento.

Pero Badalona no será su "casa", su hogar es el Ramiro de Maeztu y Estudiantes. De los 444 partidos que ha dirigido hasta el momento en el baloncesto español, 432 han sido al frente de los colegiales. Por el azaroso calendario, la campaña pasada no se enfrentó a su ex equipo (ya se habían disputado los dos duelos), y este domingo será la primera vez. Vistalegre vivirá un momento especial.