"Pizarra" española contra la hegemonía alemana

  • Dispuestos a acabar con la hegemonía de los clubes alemanes, vencedores de la tres últimas ediciones, la nuevas fuerzas emergentes del balonmano continental se han encomendado a la "pizarra" española para tratar de romper la supremacía germana en una Liga de Campeones, que arranca este fin de semana con la presencia de siete técnicos españoles.

Javier Villanueva

Madrid, 26 sep.- Dispuestos a acabar con la hegemonía de los clubes alemanes, vencedores de la tres últimas ediciones, la nuevas fuerzas emergentes del balonmano continental se han encomendado a la "pizarra" española para tratar de romper la supremacía germana en una Liga de Campeones, que arranca este fin de semana con la presencia de siete técnicos españoles.

"Los clubes de afuera saben dónde está la calidad y del mismo modo que se contrata a jugadores, que debido a la crisis, los equipos españoles, con la excepción del Barcelona, no tienen posibilidad de mantener, se contrata a técnicos de calidad, que lamentablemente se nos han ido", señaló el exseleccionador español Juan de Dios Román a EFE.

De este modo, bajo la batuta de Antonio Carlos Ortega y Talant Dujshebaev, el Veszprem húngaro y el Kielce polaco han reforzado su posición dentro de la reducida nómina de equipos capaces de destronar a los conjuntos germanos, que encabezan el París Saint Germain y el Barcelona.

Los de Xavi Pascual son, de hecho, los únicos que han sido capaces de evitar, en el año 2011, el triunfo alemán desde que en 2010 se implantase una fase final con cuatro equipos y sede permanente en la ciudad germana de Colonia para decidir el nombre del campeón.

Algunos peldaños más abajo parecen fijarse los objetivos del Wisla Plock polaco, que entrena el seleccionador español Manolo Cadenas, el Pick Szeged húngaro, al que Juan Carlos Pastor ya llevó el pasado año a la conquista de la Copa EHF, o el Vardar macedonio de Raúl González, la gran revelación del último curso.

Sin olvidar al Naturhouse La Rioja, dirigido por Jesús Javier "Jota" González, que en su segunda participación consecutiva en la máxima competición continental de clubes tendrá como reto superar la fase de grupos en la que cayó eliminado la temporada pasada.

"Realmente se espera con mucha ilusión ver la progresión de los equipos que están entrenados por españoles, porque se sabe que son los que pueden marcar la línea de evolución del juego", explicó Román, el primer técnico español que llevó a un equipo nacional a disputar la final de la Copa de Europa.

Y es que el prestigio de los entrenadores españoles no ha dejado de crecer en las últimas décadas gracias, como destacó Román, a una sólida formación teórica, así como a la existencia de una competición nacional fuerte, hoy en declive, que ha permitido "cuajarse" a unos técnicos que han llevado al éxito internacional tanto a sus clubes como a la selección.

"Además de crear un estilo de juego, que ha identificado a todos los entrenadores españoles, y que tiene unos perfiles muy definidos como son la riqueza del juego defensivo, la calidad del contraataque y un juego posicional basado en la velocidad", explicó Román, expresidente de la Federación Española.

"Escuela española" en la que han puestos sus esperanzas algunos de los clubes más pujantes de Europa, con el Barcelona de Xavi Pascual a la cabeza, para intentar acabar con el dominio del balonmano alemán, que tendrá en el reforzado Kiel su representante más pujante, en la Liga de Campeones.

Un "orgullo", como reconoció Juan de Dios Román, implicado durante tantos años en la formación de nuevos técnicos, aunque como recalcó, "más motivo de orgullo sería" que todos esos técnicos pudieran desarrollar su carrera en España y peleasen por conquistar el cetro continental para el balonmano español.

"Es un orgullo en la medida que se reconocen nuestros valores, pero más motivo de orgullo sería tenerlos aquí y que en lugar de dos equipos en la Liga de Campeones hubiera cuatro, como llegamos a tener, y que los títulos fueran para los equipos españoles y no para los de fuera", concluyó Román.

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