Semana negra para el mundo del motor

  • En siete días dos pilotos han fallecido por culpa de dos desgraciados accidentes. Dan Wheldon y Marco Simoncelli han sido víctimas de una profesión de riesgo pero que lucha por ser más segura año tras año.
Simoncelli fallece tras una caída en el GP de Malasia
Simoncelli fallece tras una caída en el GP de Malasia
José Martínez

Uno en Las Vegas, el otro en Sepang. La muerte no entiende de lugares y el mundo del motor ha vivido dos domingos para olvidar. Los pilotos asumen un riesgo que muchas veces las medidas de seguridad no pueden reducir. Es el azar, que se llevó al británico Dan Wheldon y al italiano Marco Simoncelli.

Wheldan era un piloto de renombre en Estados Unidos, doble ganador de las 500 millas de Indianápolis. En Las Vegas, corría por libre y en la undécima vuelta se le vino encima una colisión múltiple en la que fue el último en entrar y el que se absorbió el mayor impacto. Su monoplaza se resquebrajó por la virulencia del choque contra la valla del óvalo y el inglés sucumbió a un traumatismo craneoencefálico que enmudeció al público.

La muerte de Simoncelli ha supuesto un trauma mayor en España, un país con gran tradición en el motociclismo y en el que el apego a las disciplinas americanas es minoritario. El deportista italiano perdió el control de su montura, a la que se aferró con fuerza. Colin Edwards y su amigo Valentino Rossi no pudieron evitar la colisión. La imagen del caso del piloto, suelto por el asfalto de Sepang, a metros del cuerpo inerte del piloto, han dado la vuelta al mundo.

Después de las dos tragedias, funcionará el ensayo y error. La muerte de Ayrton Senna, en el Gran Premio de Ímola de 1994, supuso un antes y un después en la aplicación de medidas de seguridad en los circuitos, que cada vez son más seguros. El astroturf ha sustituido a las escapatorias de grava, que son más amplias, las protecciones se han alejado cada vez más de la pista y repelen al máximo los impactos, sustituyendo a los peligrosos muros de cemento de antaño. Los pilotos también van más protegidos, con trajes ignífugos y envueltos cada vez en más capas de tejido.

Sin embargo, siempre habrá un riesgo latente. En Estados Unidos, donde los óvalos y los circuitos urbanos son muy populares en todas las disciplinas, los accidentes múltiples están a la orden del día. Los pilotos de motociclismo, pese a llevar cascos de última generación, capaces de resistir impactos de bala, siguen dependiendo de una carrocería endeble, su propio cuerpo. La ciencia avanza pero el azar está presente y puede convertir accidentes como los de Wheldan y Simoncelli en tragedias.

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