Sergio Ramos, centro de atención en el Clásico tras una semana difícil

  • Cuando corrían otros tiempos y los protagonistas del siempre esperado clásico del fútbol español concedían entrevistas, el partido de la temporada llegaba repleto de piques y cruces de declaraciones. Ahora, con el 'silenzio stampa' instalado en los clubes, la atención se desvía. En una semana de marejada del Real Madrid, el protagonismo se lo ganó Sergio Ramos.

Roberto Morales

Madrid, 5 oct.- Cuando corrían otros tiempos y los protagonistas del siempre esperado clásico del fútbol español concedían entrevistas, el partido de la temporada llegaba repleto de piques y cruces de declaraciones. Ahora, con el 'silenzio stampa' instalado en los clubes, la atención se desvía. En una semana de marejada del Real Madrid, el protagonismo se lo ganó Sergio Ramos.

La convivencia entre dos personas de fuerte personalidad como Ramos y José Mourinho nunca ha sido sencilla. En un primer momento la relación pasó por su etapa más saludable por la admiración mutua. Al técnico le sorprendía la personalidad de un futbolista que aún no era capitán y que tenía poder en el grupo de jugadores. Al defensa andaluz le impresionaba el currículum repleto de éxitos del portugués y lo bien que hablaban de él sus futbolistas.

Se inició una relación en la que Ramos siempre aprovechó la mano tendida de Mourinho. La puerta de su despacho siempre estaba abierta para hablar y el andaluz, que va de cara, no dudó en trasladarle al entrenador aspectos sobre su manera de actuar o sus decisiones con los que buena parte de la plantilla no ha estado de acuerdo.

El choque de trenes era cuestión de tiempo. El mal inicio de temporada del Real Madrid, con derrotas ligueras en Getafe y Sevilla, obligaba a una rápida reacción.

El técnico madridista no se mordió la lengua en dos ruedas de prensa en las que arremetió contra los jugadores y eligió dos figuras para dar ejemplo al resto. En el primer partido grande de la temporada, ante el Manchester City en Liga de Campeones, Sergio Ramos y Mesut Özil fueron al banquillo. Los dos se sintieron señalados.

La reacción del central andaluz ha marcado la semana del clásico. Sus primeras declaraciones tras volver al once en Vallecas fueron un dardo -"En mi familia los trapos sucios se lavan dentro del vestuario"- y tuvieron continuidad tras regresar al lateral derecho ante el Deportivo de la Coruña: "Si algo no me gusta no me voy a callar".

Ese día, Ramos jugó la segunda parte con la camiseta de Özil debajo de la suya en un gesto de amistad que se interpretó como un desafío al entrenador portugués.

La situación fue tomando un cariz peligroso hasta que los protagonistas decidieron zanjarlo. Primero fue Mourinho el que puso una nota de humor en la rueda de prensa previa al duelo europeo en Amsterdam ante el Ajax. "Mi relación con mi mujer es mucho mejor que con Sergio Ramos", bromeó cambiando la línea de sus declaraciones.

El segundo capitán madridista tomó la palabra el día del partido, tras la charla técnica de Mourinho, pidió disculpas por si alguien se había sentido ofendido y explicó las razones por las que tuvo el gesto hacia Özil. El incendio se había apagado. Para los dos protagonistas, por encima de todo ha estado el Real Madrid.

Desde que llegó al club blanco, el defensa andaluz ha jugado todos los clásicos ligueros. Ramos nunca ha faltado a la cita ante el Barcelona. En sus primeras temporadas como lateral derecho y desde hace un año asentado como central, en un movimiento estratégico de Mourinho que ayudó a cambiar la suerte de los duelos ante el eterno enemigo.

Los últimos acontecimientos no dejan lugar a la duda: Ramos se perfila como titular, encargado junto al portugués Pepe de intentar frenar al argentino Leo Messi para intentar desquitarse sobre el césped de todo lo ocurrido en una semana en la que los focos se han centrado en él.

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