Sergio Ramos y Piqué, dos experimentados centrales, fueron barridos del campo por el vendaval del juego holandés. En especial por Robben y Van Persie, que con su verticalidad, velocidad y anticipación les superaron por arriba y por abajo. Nunca se había visto a España sufrir tanto en defensa como en este debut contra Holanda y parece inexplicable en dos centrales que llegaban en un buen momento de forma, sobre todo Sergio Ramos, que venía demostrando su poderío y jerarquía en el final de temporada con el Real Madrid.
El partido lo empezaron mal. Muy despistados. En el minuto siete se les coló Sneijder. Casillas evitó el 0-1. Se olvidaron o no supieron cerrar ese pasillo central, les faltó explosividad para ganar esos balones divididos y coordinación. En el empate falló Sergio Ramos cuando no reaccionó al balón largo de Blind que Van Persie remató de cabeza. Lo mismo les sucedió en el 1-3 en el que no se impusieron por arriba al balón lanzado al área pequeña de Sneijder que acabó rematando De Vrij. Les faltó autoridad.
Muchos fallos de imprecisión y reacción en sus movimientos que, por otra parte, fueron provocados por la rapidez de Robben en sus acciones y capacidad de desmarque. No pudieron sujetar al holandés en el tercer tanto cuando bajó el balón al césped y se giró ante ellos para batir a Iker. También falló Ramos en una cesión a Casillas, precipitada e innecesaria, que costó el cuarto gol. Van Persie cogió la pelota mal controlada por Iker para batirle a placer.
No pararon los holandeses de hurgar en ese agujero defensivo. Sobre todo Robben, que jugó con sed de venganza, y les acabó de destrozar con otra jugada en velocidad. Les reventó y firmó la goleada.
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