Se esperaba con impaciencia en Inglaterra el duelo entre el Liverpool y el Chelsea, ya que era una gran oportunidad para que el equipo del Mersey confirmara la línea ascendente que lleva en los últimos partidos ante el líder de la Premier League. El choque no decepcionó porque Fernando Torres emergió como el gran protagonista anotando los dos tantos del triunfo 'red', dos auténticos golazos.
El delantero español, tras un inicio de temporada marcado por las lesiones, se reivindicó en el mejor escenario posible, un Anfield que le idolatra sabedor de que es una de las pocas figuras que le queda a donde agarrarse. Su doblete fue un ejemplo de las mejores características del ariete: el primero tuvo desmarque, velocidad y definición; mientras que el segundo, uno de los mejores de su carrera, fue un alarde calidad, tanto al encarar al defensa como de colocar el balón lejos de Cech.
Y eso que no se lo puso fácil la defensa "blue", y en concreto John Terry, viejo 'amigo' del de Fuenlabrada con el que ha tenido muchas y recordadas batallas. El domingo, el central inglés arrolló a Torres, al que se llevó por delante con un rodillazo en la espalda. Lo peor: que delante tuvo un "muro" como Mikel con el chocó.
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