Un penalti con besos y pellizcos... no podía terminar bien

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Y después fue el acabose, pero vamos por partes. Partido Flamengo - Vasco de Gama, un gran derbi de la ciudad de Río de Janeiro, con un estadio de Maracaná completamente abarrotado y con los fieles del club rojinegro llevando a su equipo en volandas.

En el minuto 33, un contraataque del Vasco de Gama termina con un penalti como una catedral del defensa de Flamengo Williams sobre Philippe Coutinho que el árbitro no duda en pitarlo. Ahí comienza el show: el defensa se acerca de rodillas hacia el delantero rival para interesarse por su salud y le planta unos besos casi de enamorado.

Al delantero debieron gustarle, porque en vez de retorcerse de dolor después de la patada sufrida, se levantó ipso facto y con gesto pícaro, miró a su rival, al que dedicó una sonrisa, no se sabe bien si por los besos recibidos o por haberle hecho penalti.

Pero no iba a terminar ahí la cosa. Dodo fue el encargado de lanzar la pena máxima, y mientras el portero de Flamengo Bruno se preparaba sobre la línea de gol, un defensa se acercó al lanzador y se dedicó a darle pellizcos en la espala. Una de dos, o estaba celoso por los besos de su compañero y el también quería guerra... o sólo quería molestar al delantero.

El caso es que Dodo se fue a por el balón, lanzó a puerta... y Bruno detuvo el penalti. Lógico, con tanto besuqueo, tocamiento y demás zarandajas, cualquiera se concentra para meter un gol. ¿O no?

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