Uruguay lo hizo de nuevo

  • Resulta difícil de explicar. Es un país pequeño de apenas 180.000 kilómetros cuadrados, tiene solo 3,3 millones de habitantes y vive fundamentalmente del turismo y la exportación de carne vacuna, pero cuando se trata de fútbol quienes se ponen la camiseta celeste se agigantan y la palabra "imposible" desaparece.

Jorge Figueroa

Río de Janeiro, 25 jun.- Resulta difícil de explicar. Es un país pequeño de apenas 180.000 kilómetros cuadrados, tiene solo 3,3 millones de habitantes y vive fundamentalmente del turismo y la exportación de carne vacuna, pero cuando se trata de fútbol quienes se ponen la camiseta celeste se agigantan y la palabra "imposible" desaparece.

El sacrificio y pundonor es marca en el orillo y van casi de la mano con el bajo perfil.

Es que en Uruguay todos se conocen y se respetan.

Los uruguayos no nacieron para las cosas sencillas y reniegan de ser favoritos en algo, mucho menos en el fútbol, pero su historia está plagada de éxitos poco creíbles.

Hace 64 años escribieron su mayor página de gloria que es, a la vez, la mas grande sorpresa de la historia de los mundiales: el "Maracanazo".

Con Alcides Edgardo Ghiggia como héroe los celestes hicieron llorar a todo Brasil con su victoria por 2-1 en la final de la Copa del Mundo de 1950. Frente a 200.000 almas arruinaron lo que prometía ser la mayor fiesta popular de la historia del país.

Después vino la irregularidad y luego el ostracismo. La celeste se destiñó cuando recurrió al juego rudo, cuando no desleal, frente a la impotencia.

Las luchas intestinas también llegaron a la selección y en la década de los años 1990 los directivos estaban peleados con los técnicos, estos con la prensa y los futbolistas con todos.

La selección era un hierro caliente y las renuncias a vestir la camiseta nacional moneda corriente.

Recién en 2006, con la llegada del "maestro" Oscar Washington Tabárez a la dirección técnica, las cosas comenzaron a cambiar desde la raíz y, de a poco, la celeste volvió a ser protagonista.

Tras la ausencia ese año en la Copa del Mundo de Alemania, Uruguay retornó en Sudáfrica 2010 y, sorteando un camino lleno de obstáculos, llegó hasta las semifinales.

Siguió de largo y levantó el año siguiente la decimoquinta Copa América, tras golear en la final por 3-0 a Paraguay y dejar por el camino antes a la fantástica Argentina de "Lio" Messi y compañía, que quedó masticando bronca con la fiesta armada en casa pero sin festejo.

Otra vez los "aguafiestas" uruguayos hicieron de las suyas.

Ahora, nuevamente en Brasil, y tras perder por sorpresa, o no tanto por aquello de que frente al más débil se relaja, 1-3 ante a Costa Rica los celestes volvieron a apelar a su corazón.

Primero, con el agua al cuello y sin margen de error, superaron a la linajuda Inglaterra 1-2 y hoy fueron por mas para eliminar a la histórica Italia por 0-1.

Uruguay lo hizo de nuevo, esta vez frente a dos potencias que ya saben lo que es ser campeonas y para romper una adversidad de cuatro décadas sin ganar en un Mundial a selecciones europeas.

"Somos chiquitos pero soñamos con ser gigantes" y "nacimos para las difíciles", escribió el capitán Diego Lugano, en carta abierta publicada la víspera en las redes sociales.

Mientras Ghiggia, único superviviente de Maracanazo, se pasea por Brasil invitado por la FIFA y sonríe satisfecho, la celeste sigue en buenas manos.

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