"Pudo haber sido una masacre. Fuimos salvajemente golpeados. Hasta me pegaron con los cascos de las motos", contó Ariel Porta, delegado de Chicago en futsal, fútbol de cinco jugadores por equipo.
Porta afirmó que "no nos mataron porque no quisieron, Estaba todo dado para que lo hicieran. Salieron por la puerta principal del club y sin que nadie los detuviera".
Fotografías de los rostros golpeados y ensangrentados de los atacados, algunos de los cuales debieron ser atendidos en un hospital, dieron cuenta de la golpiza recibida.
"Fue un desastre los que pasó. Entraron directamente a pegarnos. Ademas me robaron la billetera y las llaves de mi auto. Pero todos la pasamos muy mal", agregó el entrenador del equipo de Chicago, Pablo Cialdella.
El capitán Gabriel Camejo relató que "nos corrieron por la calle para robarnos las camisetas".
El partido, que Chacarita ganaba 1 a 0 de local cuando se suspendió por el escándalo, se jugaba en el club Las Heras de Villa Ballester (periferia norte).
La dirigencia de Chacarita pidió disculpas este lunes y se dijo "avergonzada" por lo sucedido.
Las "barrabravas", parte del folclore del deporte más popular de Argentina, son a veces violentas y se han ido transformando en verdaderas bandas que disputan poder y suculentos negocios en los clubes.
Hasta ahora, la violencia nunca había llegado al futbol de salón.
El episodio sucedió cuando se está haciendo en el fútbol argentino pruebas piloto para el regreso de las hinchadas visitantes a las canchas, prohibido en todas las categorías desde el segundo semestre de 2013.
ls/ja
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