Vivir en campo contrario: "No hubo control anti-sidra"

  • El consumo de sidra a lo largo de la cordillera cantábrica se remonta a más de 1500 años y se pierde en la antigüedad. En el siglo V, marineros vascos la exportaron a Normandía, desde donde se extendió a otras zonas de Europa. Será por casualidad que pueblos tan orgullosos y resistencialistas como vascos, asturianos, gallegos, normandos y bretones tomen esta poción mágica, pero si yo fuera Mou hubiera exigido a la UEFA un control antidopaje para comprobar si ayer había restos de sidra en la sangre de los jugadores del Sporting.
"Vivir en campo contrario", por Carles Torras
"Vivir en campo contrario", por Carles Torras
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Carles Torras

La sidra no es una bebida alcohólica más. Contiene abundantes nutrientes, como fósforo, calcio, hierro, potasio, magnesio, vitamina A, B y E y está libre de colesterol y grasa. No sería de extrañar que Preciado suministrase a sus jugadores dicha sustancia para ayudar a contrarrestar el tan fogoso como intermitente ataque madridista al marco sportinguista.

Alguien debería informar urgentemente a Mourinho de las propiedades nutricionales de la sidra, porque a estas horas todavía andará buscando excusas desesperadamente ante el desaguisado de ayer. A Iker Casillas le bastó con el tiempo de darse una ducha para darse cuenta de que la culpa fue exclusivamente del equipo y de su -dijo textualmente- "dejadez" durante el primer tiempo.

En cambio, su entrenador rebuscó, como es habitual en él, en otras justificaciones: en el desgaste físico de sus hombres y en la ausencia forzada por lesión de sus efectivos más creativos. Y después de la victoria azulgrana Mou podrá decir que Piqué marcó con la mano, que el árbitro volvió a ayudar al Barça y que existe un contubernio culé-masónico internacional con el firme propósito de arruinar su carrera profesional. Seguramente no reparará en que el mismo desgaste y ausencias tuvo el equipo de Pep, que en cambio no bajó en calidad ni intensidad del juego.

Para el resto de pobres mortales aficionados, queda claro una vez más que de existir algún Dios justiciero es solamente para el mundo del fútbol. El Dios del fútbol puede perdonar una mala tarde, puede tolerar errores tácticos e incluso puede obsequiar con un gol a quien no lo ha merecido. Pero tarde o temprano descargará su furia contra fantasmas, prepotentes y presuntuosos. En este caso, Preciado ha sido su brazo ejecutor.

Por eso no nos gustan las apuestas jocosas de Rosell. Que tome nota o que tome sidra el presidente del Barça.

Carles Torras

Periodista y guionista de TV.

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