Oltra urge a España a actuar para que el llanto de los niños no sea el único sonido en los campos de refugiados griegos

Oltra urge a España a actuar para que el llanto de los niños no sea el único sonido en los campos de refugiados griegos
Oltra urge a España a actuar para que el llanto de los niños no sea el único sonido en los campos de refugiados griegos
EUROPA PRESS
EUROPA PRESS

Así, la delegación del Consell presenció, en respuesta a la invitación del gobierno de Rodas, las historias reales que sufren miles de desplazados a estas islas bañadas por "el mismo mar en que nos sumergimos en verano y siempre nos ha unido y que ahora se está convirtiendo en una fosa común" por la pasividad de las autoridades europeas que "se escudan unos en otros" para no hacer nada. Ni dejar tampoco que los gobiernos locales y regionales ayuden, recrimina.

Por ello, ha anunciado que los gobiernos regionales ya están en camino para aprobar una declaración conjunta y poder actuar porque el Gobierno de Rajoy "no tiene ninguna intención de mover ni un dedo" para que los refugiados lleguen a España. La Generalitat valenciana dispone de capacidad para atender "ya" a 1.400 refugiados que vendrían en el barco que ofrece gratuitamente Balearia, con capacidad para 1.100 personas, aunque puede hacer más viajes.

Navarra y Baleares han sido las primeras en interesarse por la declaración de intenciones del Consell para colaborar con las autoridades del Egeo Sur y del Egeo Norte, que se firmó durante el viaje, y sobre el que el Gobierno de España emitió el pasado 24 de febrero un informe desfavorable por "no respetar el procedimiento europeo establecido".

Oltra ha señalado que quince minutos después recibieron el informe también desfavorable al acuerdo de cooperación que presentaron el pasado 15 de enero al Ministerio para el traslado de refugiados. "No están a la altura ni de la crisis humanitaria no de lo que piden los ciudadanos de este país", ha recriminado.

Así, ha relatado que todas las vivencias dejan huella pero las experiencia de estos días en las islas helenas le han dejado "unas muescas profundas", de esas que "te cambian la vida" tras oír cómo un padre se negaba a reconocer la fotografía del cadáver de su bebé de un año muerto ahogado, tras haber identificado a los cuerpos de sus dos hermanos, para aferrarse a la posibilidad de que estuviera aún vivo o el llanto incesante de los niños que "no paró nunca" durante las horas que visitaron el campo de refugiados de Moria. "Era el único sonido de este campo, que daba la impresión de una cárcel", rememora.

Las mafias se aprovechan y saben cómo hacer negocio para "esquilmar" a los refugiados. Las autoridades helenas han aprendido a adivinar la nacionalidad de los ocupantes de las balsas por el estado de la mar: cuando es buena llegan los sirios, los más pudientes, pero cuando se enfurece es el turno de los afganos o iraquíes, que pueden pagar menos, narra.

A PUNTA DE PISTOLA

Las barcas, muy pequeñas semejantes a "cáscaras de nuez", no están terminadas y les salen agujeros por donde entra el agua, los motores se rompen durante la travesía porque no tienen capacidad para soportar el peso y el patrón nunca sube, sino que deja el timón a alguno de los inmigrantes. Pero no se puede dar marcha atrás. "Cuando al verlo alguno cambia de idea y pide que le devuelvan el dinero les obligan a subir a punta de pistola", explica.

Los voluntarios y lugareños de las islas les han contado cómo los refugiados se han acostumbrado a que les cobren por todo, en algunos casos hasta 12.000 euros para el viaje. Incluso por unos chalecos salvavidas que son en realidad "una trampa mortal": los forran con napa gris, de esa que envuelve los electrodomésticos, que al contacto con el agua se hincha, pesa y los arrastran al fondo del mar, ha relatado. La costa está "salpicada" de todos los chalecos de color naranja, comprobaron.

Cuando se corrió la voz de este peligro, un padre ideó colgar a su pequeño una mochila llena de botellas vacías de plástico. El peso se lo llevó por la borda. Los naufragios son tan comunes que "la gente ya no quiere comer pescado porque el mar está lleno de muertos", señala.

Asimismo, apunta en su relato que los refugiados están tan acostumbrados a que les pidan dinero que, cuando por fin llegan a la isla y les dan la mano y un plato de comida, pregunta cuánto deben. Oltra ha destacado que pese a esta avalancha --la isla de Lesbos de 100.000 habitantes ha acogido más de 465.000 refugiados y Leros que con 8.000 habitantes, como San Antonio de Benagéber, a 50.000--, sus gentes siguen recibiendo y ayudándoles. Los pescadores y gentes de las islas griegas de Lesbos, Kos, Chios, Samos, Rodas y Leros están propuestos al Nobel de la Paz.

Sin embargo, los voluntarios les contaron que cuando suben al ferry para salir de la isla "felices porque se creen que ya se ha acabado su sufrimiento" no se atreven a decirles lo que les espera: fronteras cerradas. Oltra avisa de que la situación "puede cambiarse de dramática a una tragedia de dimensiones incalculables" porque si les impiden el paso tierra "volverán a tirarse al mar y tratarán de alcanzar las costas italianas por el Adriático". "Una travesía peligrosísima", advierte.

Oltra señala que los gobiernos "no están a la altura de los que nos enfrentamos ni de lo que piden los ciudadanos". Por ello, anima a ciudadanos y resto de gobiernos autonómicos a seguir presionando.

Mostrar comentarios