Al Sisi tiene en la economía su primera prueba de fuego

  • El recién elegido presidente de Egipto, Abdelfatah al Sisi, tiene entre sus principales retos dejar atrás la crisis económica, que le podría amargar su particular luna de miel si sus promesas de estabilidad no se materializan.

Belén Delgado

El Cairo, 7 jun.- El recién elegido presidente de Egipto, Abdelfatah al Sisi, tiene entre sus principales retos dejar atrás la crisis económica, que le podría amargar su particular luna de miel si sus promesas de estabilidad no se materializan.

Carente de un programa electoral específico, el exjefe del Ejército arrasó en las presidenciales propugnando ideas vagas como la necesidad de "trabajar juntos" para lograr avances a medio plazo en un país de 86 millones de habitantes.

El director ejecutivo de la institución financiera egipcia MCDR, Tarek Abdel Bary, resta importancia a esa falta de concreción y cree que "lo más importante es que los egipcios tienen ahora la moral alta y van a aceptar cualquier decisión".

Pero la motivación no basta en un país que arrastra problemas estructurales, que llevaron a que en el primer trimestre del año la deuda pública equivaliese al 83,3 % del Producto Interior Bruto (PIB), la inflación alcanzara el 10,3 %; y la tasa de desempleo, el 13,4 %.

Según estadísticas oficiales, el PIB apenas creció un 2,1 % anual en el anterior ejercicio fiscal, que acabó en junio de 2013.

"Con una inflación tan alta y un crecimiento tan bajo, se necesita un paquete más amplio de medidas para animar a los inversores", considera el fundador del Instituto Signet, Angus Blair.

El analista ve así insuficientes los últimos pasos dados por el Gobierno interino de Ibrahim Mehleb, quien ha aprobado un presupuesto -que tendrá que ratificar Al Sisi- en el que estima que el déficit se reducirá el próximo año fiscal al 12 % del PIB, frente al 14 % registrado en 2013.

El Ejecutivo deberá hacer frente a un aumento del 10 % del gasto público, hasta unos 113.000 millones de dólares, de los que 14.500 millones irán a parar a subsidios energéticos.

Frente a la imposibilidad de hacer frente a una demanda creciente de energía y los cada vez más frecuentes cortes de electricidad, las autoridades esperan racionar las subvenciones al combustible, aumentando a su vez las destinadas al sector eléctrico e importando más gas natural.

Y es que los subsidios y los salarios públicos siguen siendo una parte fundamental del presupuesto, que deja poco margen a otros sectores como salud y educación (estos dos representaron apenas un 16 % del gasto público este año en el país más poblado de Oriente Medio).

Las cuentas del próximo ejercicio se beneficiarán de parte de la ayuda que Arabia Saudí, Emiratos y Kuwait prometieron a Egipto tras el derrocamiento del islamista Mohamed Mursi el pasado julio y que está calculada en más de 20.000 millones de dólares en concepto de préstamos, subvenciones y productos energéticos.

El gesto de estas monarquías del Golfo también ha contribuido a que las reservas internacionales estén recuperándose tímidamente y se hayan situado el pasado mayo en 17.283 millones de dólares, después de haber caído hasta los 13.448 millones en abril de 2013.

No obstante, Egipto continúa sufriendo las consecuencias de la progresiva caída del turismo y la inversión extranjera, que ha repercutido en la menor entrada de capitales y la devaluación de la moneda local, con un tipo de cambio superior a las 7 libras egipcias por dólar por primera vez desde mayo.

"Esta tendencia se debe a que persiste la inseguridad. El Banco Central está realizando subastas (de dólares) para controlar la situación, pero pasarán unos meses hasta que el sistema político se defina, con las elecciones parlamentarias, y vuelvan las inversiones", afirma la directora de Investigación del Centro Egipcio para Estudios Económicos, Omneia Helmy.

La experta saluda la reciente iniciativa de Riad de organizar una conferencia de donantes para Egipto, si bien reconoce que el país debe también movilizar sus propios recursos y mejorar la productividad y las asociaciones público-privadas.

Además, insta a una reforma tributaria -el presidente interino, Adli Mansur, acaba de subir los impuestos a los millonarios en una de sus últimas acciones-, así como a luchar contra la evasión fiscal y la ingente economía sumergida.

La bolsa, que en el último año ha subido más del 60 %, es sensible a los nuevos movimientos y ya se revolvió hace unos días por una nueva tasa a las ganancias de capital, que tuvo que ser modificada. Una prueba de que los cambios económicos en Egipto deben vencer muchas resistencias antes de llegar a buen puerto.

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