Austria ha incrementado la tasa de empleo en cuatro puntos con el nuevo contrato

  • Coincidencia o consecuencia, la tasa de empleo del país alpino ha ido creciendo desde que, en 2003, se implantó el famoso contrato austríaco que ahora estudia España. Además, el mercado laboral austriaco tiene la segunda menor cifra paro de todo el Viejo Continente.
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Ruth Ugalde

En 2002, Austria sorprendió con una nueva modalidad de contrato laboral que eliminaba la indemnización por despido y la sustituía por un fondo que el trabajador percibe cuando es despedido. Todos los meses, la empresa le retiene una cantidad de su nómina, como ocurre con las retenciones del IRPF y de la Seguridad Social, que aporta a dicha bolsa de dinero y que el trabajador puede utilizar cuando es despedido o al jubilarse, como complemento de la pensión.

Con esta fórmula, el entonces gobierno de centroderecha formado por el Partido Popular austríaco (ÖVP) y el Partido Liberal (FPÖ) buscaba inyectar mayor movilidad y fexibilidad del mercado laboral, cuya tasa de empleo llevaba años estancada en torno al 68%. Y lo consiguió.

A partir de ese momento, empezó a incrementar esta tasa hasta conseguir pasar desde el 68,7% en que cerró 2002 hasta el 72,1% cosechado en 2008, último ejercicio completo con cifras oficiales de Eurostat. Además, Austria es uno de los países que mejor está consiguiendo esquivar la lacra del paro. De hecho, tiene la segunda menor tasa de desempleo de todo el Viejo Continente, sólo por detrás de Holanda.

Suma y sigue, porque la economía austriaca sobrevivido al difícil año 2009 con una tasa de paro que ha oscilado entre el 4,5% y el 5,1%, en sus peores momentos, y que ya está empezando a dar las primeras señales de creación de empleo.

Cifras como está ayudan a comprender el interés del Gobierno español por este modelo de contrato laboral y los halagos que recibe de expertos como el presidente del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordónez, que fue uno de los primeros en proponer esta alternativa, o el abogado Íñigo Sagardoy, otro de sus defensores  pioneros.

"Es un modelo bueno, porque incentiva la movilidad, ya que el trabajador no pierde sus derechos ante el despido (la famosa antigüedad) aunque cambie de trabajo, y al mismo tiempo, el empresario no tiene que pagar una indemnización", señala Sagardoy.

Como las aportaciones las realiza el empleado, si éste decide cambiar de compañía, las nuevas inyecciones de dinero se suman a las ya existentes. Esto, por ejemplo, beneficia a un trabajador con 20 años en activo, que fiche por otra empresa, y al año y medio, por tener poca antiguedad y un elevado sueldo, sea despedido con apenas 67,5 días de indemnización. En cambio, con el contrato austríaco, podría disponer del dinero que ha ido ahorrando durante más de dos décadas.

Otra ventaja de esta fórmula es que beneficia a todos los trabajadores, aunque sean temporaleso por obra, frente a la actual indeminización de 45 días, que sólo  disfrutan los fijos. También elimina el temor de los empresarios a sellar contratos fijosy la recurrente tendencia de no renovar cuando llega el momento de firmar el indefinido.

No obstante, para traerlo al mercado español, hace falta analizar la realidad de laboral nacional, cuyos bajos salarios (la media nacional ronda los 20.000 euros anuales) convierten las aportaciones a este fondo en mínimas, sobre todo, si termina aplicándose una retención del 1,5% como se está hablando. Esto daría una aportación anual al fondo de apenas 300 euros, cuando con un año de trabajo y los actuales 45 días de indemnización por despido se obtiene el doble.

Estos cálculos llevan a Izquierda Unida a asegurar que "por el momento, no estamos de acuerdo con la propuesta. Queremos esperar a ver completamente los números".

Para compensar esta pérdida, se podría incrementar la aportación al 2% con recursos de la empresa o incrementar los salarios, al ahorrarse las compañías la indemnización por despido. Otra opción pasa por reducir las actuales cotizaciones a la seguridad social y trasladarlas a este fondo, que también funciona como complemento a la jubilación.

Incluso con un acuerdo en este terreno, todavía se deberían superar otros dos escollos. Por una parte, la necesidad de que alguien hiciera una aportación inicial a ese fondo, y por otra, homogeneizar esta nueva opción con los trabajadores que actualmente tienen un contrato fijo de 45 días. El primer interrogante podría resolverse con una inyección del Estado de 3.000 millones, como se está estudiando.

El mismo presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, aseguró ayer tener margen para un movimiento de este tipo, gracias a las bonificaciones a la contratación que van a eliminarse. "Tenemos un volumen muy amplio de incentivos, vía bonificaciones, más de 3.000 o 4.000 millones de euros", seguró Zapatero ayer desde Washington, donde estaba participando en la Cumbre sobre Seguridad Nuclear.

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