Rupert Murdoch, el enemigo público número 1

  • El magnate australiano de los medios de comunicación ha construido un gigantesco imperio informativo en casi 60 años de carrera. Su ego y sus ganas de dominar el mundo editorial la le han grajeado un buen número de enemigos. El escándalo de las escuchas ilegales de 'News of the World' le ha puesto en el punto de mira de los gobiernos de Reino Unido y Estados Unidos.
Rupert Murdoch.
Rupert Murdoch.
lainformacion.com
Roberto Arnaz

El 15 de marzo de 1994, el periodista y dramaturgo británico Dennis Potter, guionista de la serie El detective Cantante, concedió su última entrevista. Fue solo tres meses antes de que un cáncer de páncreas apagase su talento. Treinta minutos en prime time que comenzaron con una sorprendente frase: "Llamo a mi cáncer Rupert, en honor a Rupert Murdoch. Si pudiera le pegaría un tiro a ese hijo de puta, pero tengo demasiado que escribir".

Potter falleció el 7 de junio de ese mismo año sin cumplir con su deseo de acabar "con la persona responsable de la polución actual que vive el ya contaminado mundo de la prensa". Este reconocido periodista jamás pudo aceptar como el amarillismo que pregonaba orgulloso su antagonista había seducido a la sociedad británica. Y no es el único.

A lo largo de casi seis décadas al frente de su imperio mediático, News Corporation, el magnate australiano ha conseguido sacar de sus casillas a gran parte del status quo político y empresarial del planeta.

Su ideología netamente conservadora, su visión neoliberal de la economía y su afán ególatra por convertirse en el hombre más influyente del orbe le han grajeado una amplia nómina de adversarios.

Barack Obama, Gordon Brown, David Cameron y el parlamento británico o el primer ministro italiano Silvio Berlusconi han tenido enfrentamientos públicos con Rupert Murdoch. El millonario propietario de Virgin, Richard Branson, y el cantante George Michael también son sus enemigos declarados.

De él han dicho que es "una amenaza contra la democracia", "el dictador de los medios" o, simplemente, "el diablo". Y, si como afirma el dicho, "la talla de un hombre se mide por la grandeza de sus enemigos", Murdoch debe ser un rival temible.

De niño mimado a rudo hombre de negocios

Nacido en una granja cerca de Melbourne, de pequeño Murdoch era la perfecta definición perfecta de niño mimado, hijo de papá. Pasó su infancia rodeado de literatura, inmerso en sus lecciones de piano y sus clases de equitación. Creció arropado por el cariño de su madre y sus dos hermanas, y admirando en la distancia la figura de su padre, Sir Keith Murdoch, un heroico reportero que cubrió la Primera Guerra Mundial.

Reconvertido en editor del grupo australiano News Limited, el patriarca de la familia Murdoch empezó pronto a moldear a su imagen y semejanza al pequeño Rupert. Estudió en los mejores colegios, incluido un breve paso por la Universidad de Oxford, interrumpido por el repentino fallecimiento de su padre.

Así, en 1952, recién cumplidos los 22 años –edad en la que la mayoría de sus amigos dedicaban su tiempo a estudiar y divertirse– heredó uno de los mayores conglomerados editoriales de Australia. Lejos de intimidarse, Murdoch vio en esta aventura empresarial una oportunidad de superar el legado de su famoso progenitor.

Enseguida tomó los mandos del diario The News, donde puso en práctica sus los conocimientos sobre el mundo de la prensa que había acumulado como redactor en prácticas en The Birmingham Gazette y el londinense Daily Express. Puso en marcha una agresiva campaña de contenidos y comenzó a acuñar una de sus frases más célebres: "un periódico debe ser provocador, agitar a la sociedad".

Sus punzantes titulares y la obsesión por el sexo, los escándalos y los crímenes, se convirtieron pronto en la seña de identidad de sus medios. Su lista de enemigos empezó a crecer entre los editores rivales a medida que el grupo de Murdoch crecía gracias a su visión amarillista del mundo, sus rígidas escalas salariales y sus trucos de distribución, al límite de la legalidad.

Una década después de acceder a la dirección de News Limited, el germen de News Corporation, ya poseía los principales diarios y revistas de Australia, y se había ganado fama de "maleducado e irresponsable" entre el resto de editores del país. El rechazo engordaba su ego.

 

News of the World, la joya de su imperio internacional

Sin rivales en Australia, en 1968 Murdoch decidió ampliar su imperio mediático lanzándose al mercado británico. En una batalla accionarial que duró más de un año arrebató al político y editor Robert Maxwell el tabloide News of the World, la publicación más leída de Reino Unido y la más rentable de su conglomerado empresarial.

   

Al año siguiente se hizo con The Sun. En menos de 12 meses transformó un diario poco rentable en una mina de oro, y para conseguirlo le bastó con poner a una belleza en topless en la ya legendaria página 3 del tabloide.

Con los años, el áspero y esquivo magnate australiano fue aumentando sus enemigos de manera proporcional al número de medios de comunicación que absorbía su grupo. En 1981, se hizo con el prestigioso The Times.

En 2007, consiguió el último gran medio de su colección: The Wall Street Journal, el prestigioso rival de The New York Times, el oscuro objeto de deseo al que Murdoch nunca ha podido echar el guante.

Problemas con la justicia

En más de medio siglo al frente de uno de los grupos mediáticos más grandes e influyentes del mundo, Rupert Murdoch ha tenido que pasar en varias ocasiones por los juzgados de Australia, Turquía y Estados Unidos.

En Italia, la batalla ha sido contra el mismísimo Silvio Berlusconi, que quería impedir el crecimiento de la filial italiana de News Corporation, Sky, en el país transalpino. El juez le ha dado la razón al empresario.

Sin embargo, Murdoch está a punto de enfrentarse a sus peores días al frente de su gigantesco grupo mediático, que factura más de 32.000 millones de dólares al año. Con 'News of the World' cerrado tras 168 años en los kioscos, Murdoch deberá dar explicaciones al parlamento británico sobre la trama de escuchas ilegales que permitió al tabloide espiar los teléfonos de personajes famosos, víctimas de terrorismo y familiares de soldados fallecidos en Irak y Afganistán.

El FBI y el Congreso estadounidense han sido los últimos en sumarse a la causa contra News Corporation. Los presuntos pinchazos pueden acabar con el sueño americano de Rupert Murdoch, país del que consiguió la ciudadanía en 1985 con el beneplácito de su gran amigo Ronald Reagan.

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