Campa quiere y no puede en la City: otro error más del Gobierno

  • El road show del secretario de Estado deEconomía por Londres y París para convencer a los inversores de las bondades dela economía española demuestra un desconocimiento preocupante sobre cómofuncionan los mercados financieros.


Campa quiere y no puede en la City: otro error más del Gobierno
Campa quiere y no puede en la City: otro error más del Gobierno
Enrique Utrera

Debe ser terrorífico tener de frente a lo más granado de la comunidad inversora europea y no tener nada serio que decir. Y mucho peor todavía marcharse de ese encuentro con la sensación de que ha sido peor el remedio que la enfermedad.

José Manuel Campa, secretario de Estado de Economía, después de pedir un acto de fe al centenar de inversores que los grandes bancos de inversión europeos, con grandes intereses en España, reunieron el lunes en Londres y ayer en París para escuchar a nuestro equipo económico.

No nos enteramos, señores. Al dinero, cobarde por naturaleza, no se le convence con buenas intenciones envasadas en generalidades, en vaguedades. Al contrario, se le termina de convencer de que las cosas no funcionan. No se trata de atizar siempre al más débil, pero nuestro Gobierno y sus asesores han demostrado un desconocimiento preocupante sobre cómo funcionan los mercados financieros.

A un road show se va a decir verdades. Como mucho, y sólo de forma excepcional, se puede utilizar el recurso de la media verdad, que como todo el mundo sabe, tiene al menos un 50% de mentira.

Lo que no vale es decir que España puede bajar el déficit público del 11,4% al 3% hasta 2013 sin explicar cómo. Frases como "pueden creerme o no y el tiempo lo dirá", como la que pronunció Campa en el corazón de la City, son exactamente las que los inversores no hubieran querido oír.

A los exámenes va uno con la lección bien aprendida o es mejor no presentarse. Recurrir a la evolución del presupuesto entre 1995 y 2007 y remitirse a la gestión de Rodrigo Rato y Pedro Solbes para justificar que España puede hacer sus deberes es un recurso barato.

¿Por qué? Uno, porque el sistema financiero español empieza a reconocer ahora sin ambages en sus cuentas el impacto del desastre del ladrillo, su auténtico subprime. Es decir, que bancos y cajas empiezan a subir ahora las rampas más duras de la crisis. Y dos, porque hemos dejado de ser un país receptor de ayudas comunitarias, por más que algunos se empeñen en dejar en el olvido este pequeño detalle.

Pero hay más. Los inversores reunidos no encontraron una sola explicación a cómo va a reducir España el gasto público y activar el crecimiento económico. Es decir, cómo se puede hacer el milagro de los panes y los peces de crecer al 3% y generar empleo sin tocar apenas la maltrecha hucha del Estado.

Dicho de otra forma, el dinero internacional quiere saber si el Gobierno tendrá coraje para meter mano a una Administración sobredimensionada con la batalla entre Comunidades Autónomas que eso implica.

Tremendo fue el esfuerzo de Campa para dar respuestas que no tiene a las preguntas clave. Otra vez más, no se puede ir a Londres y París a decir que el Ejecutivo está dispuesto a restringir la contratación de funcionarios. Hay que ir con el plan concreto en la mano, con las cifras bajo el brazo, como cualquier empresa hace en una presentación con analistas e inversores.

Lo demás es un brindis al sol, un gesto desesperado y con toda seguridad ineficaz para frenar la gigantesca ola de incertidumbre que cubre a las finanzas españolas.

Y, para colmo, mientras Campa se batía el cobre con los profesionales de la inversión, Elena Salgado hacía lobby con los medios de comunicación británicos. Otro error, porque los jefes están para dar la cara en los momentos más difíciles.

A lo mejor la ministra se reserva porque tiene la seguridad de que lo peor aún está por llegar.

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