Diez años después de la "gran ampliación", los problemas continúan

  • Diez años después de la "gran ampliación al este", en los nuevos Estados miembros de la UE se ha pasado del entusiasmo inicial a la desconfianza, en un periodo marcado por la crisis económica.

Redacción internacional, 29 abr.- Diez años después de la "gran ampliación al este", en los nuevos Estados miembros de la UE se ha pasado del entusiasmo inicial a la desconfianza, en un periodo marcado por la crisis económica.

Chipre ha sido el mayor ejemplo: de la euforia se ha pasado a un rescate de 10.000 millones de euros y a las protestas en las calles en defensa de sus depósitos bancarios.

El 1 de mayo de 2004, Malta, Chipre, Polonia, Eslovenia, Hungría, Eslovaquia, la República Checa, Lituania, Letonia y Estonia se incorporaron a la UE.

Posteriormente lo harían Rumanía y Bulgaria (2007) y Croacia (1 de julio de 2013).

En Chipre, la adhesión a la UE significó una nueva era, con reformas que mejoraron la economía, la sanidad, la protección del consumidor y el medio ambiente, se abrieron nuevos mercados, bajaron los precios y se fomentó la movilidad estudiantil.

El 1 de enero de 2008 Chipre se unió a la Eurozona y el jarro de agua fría vino después: la actuación del Eurogrupo en la crisis financiera chipriota, que obligó a decretar quitas a los depósitos superiores a 100.000 euros.

A otros países tampoco les ha ido muy bien.

La euforia que acompañó la entrada de Eslovenia en la UE, por la que votó casi un 90 por ciento de sus ciudadanos, se ha transformado una década después en pesimismo.

Aunque el salario medio ha crecido unos 400 euros, el número de parados se ha duplicado hasta el 10 por ciento y el poder adquisitivo ha caído.

Según un sondeo publicado en diciembre, aunque solo un 17 por ciento de los eslovenos se siente satisfecho con la UE, un 46 por ciento volvería a votar a favor de la entrada.

Cuando Hungría entró en la UE era un país modelo entre sus vecinos excomunistas y confiaba en alcanzar el nivel de vida occidental en poco tiempo.

Una década después, el PIB "per capita" ha tenido una decepcionante subida de sólo tres puntos porcentuales, hasta el 66 por ciento de la media europea.

Los 22.400 millones de euros de fondos de cohesión se han invertido principalmente en infraestructuras, pero la crisis del 2008 y la mala gestión económica de sus Gobiernos ha lastrado la economía y ha empeorado las condiciones de vida de la población.

La República Checa ha pasado de la euforia europeísta al pronunciado euroescepticismo.

El apego por la UE pasó de un máximo histórico durante la presidencia de turno checa en 2009, cuando el 80 por ciento de la población la apoyaba, a un mínimo del 34 por ciento en marzo pasado.

Y eso que los avances económicos de la República Checa son innegables desde su entrada en la UE, con un aumento de sus exportaciones del 240 por ciento en diez años.

Eslovaquia es el país que mejor ha aprovechado su adhesión a la UE con un notable despegue económico, con un aumento de su economía de un 75 por ciento en estos diez años.

Después de desmantelar y reconvertir su potente industria militar en los años 1990, Eslovaquia logró establecerse en la última década como una potencia del sector automotor.

Un desarrollo, sin embargo, que no ha podido reducir el elevado desempleo estructural, que cerró el año 2013 con una tasa del 14,1 por ciento, aunque en varias regiones, sobre todo en el centro y el este, alcanza incluso el 20 por ciento.

En 2009, Eslovaquia acogió el euro, pero a pesar del éxito macroeconómico del país, apenas un 51 por ciento de los eslovacos se declaran a favor de la UE.

En Polonia, el primer ministro polaco, el liberal de centro-derecha Donald Tusk, dice que "la vida de los polacos ha mejorado sensiblemente en estos diez años de luz".

Aunque no todos son tan entusiastas, lo cierto es que cerca del 80 % se siente satisfecho con la pertenencia a la UE.

Pero quizá lo más relevante que deja esta ultima década es el despegue económico de Polonia, que desde el 1 de mayo de 2004 ha incrementado su Producto Interior Bruto en un 100 %, y hoy es además el principal país receptor de ayudas comunitarias.

En los países bálticos, diez años después de la adhesión se escuchan voces tanto de apoyo como en contra.

En Letonia, las inversiones europeas ayudaron al principio renovar las infraestructuras, construir nuevas carreteras, desarrollar industrias como construcción de maquinaria, química, electrónica y elaboración de metales.

Pero la euforia por rápidos avances económicos que siguieron la adhesión a la UE, las inversiones "fáciles" y las tasas de interés bajas, sobre todo, en el sector inmobiliario, fueron los factores que provocaron el crecimiento de la burbuja especulativa que, a su vez, desembocó en la crisis de 2008-2009.

Una situación semejante se observa en las vecinas Estonia y Lituania donde el escepticismo con respecto a la UE ha cobrado más fuerza por la caída en el nivel de vida de los ciudadanos y el aumento de la emigración, principal causa de la grave crisis demográfica que padecen los tres países bálticos.

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