El MAB necesita un filtro: que no nos cuelen gato por liebre

  • Bautizado como la alternativa de las pymes al cerrado grifo crediticio, el Mercado Alternativo Bursátil corre el riesgo de ser flor de un día, si las autoridades no realizan la necesaria labor de antidoping: dejar correr sólo a las empresas que están limpias y dispuestas a cumplir las obligaciones que supone estar en Bolsa. Las que salgan intoxicadas por el único afán de conseguir el dinero que la banca les niega son la mayor amenaza de este mercado.
Enrique Utrera

¿Es el de las empresas y el MAB un amor puro y verdadero o un matrimonio de conveniencia?¿Es verdad que las empresas están dispuestas a pasar por el aro de las exigencias que comporta ser una empresa cotizada por auténtica vocación, o resulta que la bolsa es el menos malo de los escenarios posibles en pleno cerrojazo del mercado crediticio? ¿Podemos confiar en que las autoridades van a pasar por la máquina de la verdad bursátil al aluvión de empresas que estás estudiando salir al mercado?

No es, desde luego, una cuestión baladí esta del Mercado Alternativo Bursátil y el repentino, brutal y puede que en más de un caso sospechoso interés que suscita entre las empresas medianas. Porque lo que está en juego es su credibilidad en un momento en el que todavía están en mantillas.

El MAB es el mecanismo perfecto para que las empresas emprendedoras e innovadores compartan su riesgo con los inversores y puedan a través de la bolsa ampliar sus mecanismos de financiación. Y para los inversores y los fondos especializados, supone una oportunidad única de diversificar en sectores que no están en la “otra” bolsa, hacia un segmento de empresas, las pymes, que suponen el 60% del producto interior bruto (PIB) español.Pero conviene no dejarse llevar por la corriente.

De lo que se trata es de que no nos den gato liebre con la excusa de que “to el mundo e güeno”, porque, por desgracia hay mucho precedente. Es decir, mucho oportunista que en cuestiones bursátiles pasa del amor al odio en un cuarto de hora, siempre en función de sus propios intereses. Por si quieren ejemplos, ahí van unos cuantos, siempre dentro del mundo de la gran empresa.

Seguro que recordarán el espectáculo de la elefanta Clarisa esparciendo sus 2.000 kilos en los aledaños de la Bolsa de Madrid para dar la bienvenida bursátil a Parques Reunidos, esa empresa que varios grupos de capital riesgo sacaron a bolsa a precio de oro para hacer caja y que, comprada por otro private equity, fue excluida muy poco tiempo después.

Y también tendrán en la memoria los desaguisados provocados por la exclusión de las filiales de nuestros grandes grupos empresariales que debutaron en bolsa con ruido de fanfarrias, con Terra como icono y Cintra como último caso. Son sólo unos pocos exponentes de una vocación bursátil cuanto menos discutible.

Los rendimientos de las ofertas son otra cosa, pero también se puede sacar alguna lectura: de las 13 OPV registradas desde 2007, sólo dos mejoran el precio de salida.El asunto es que no se repita la jugada entre las medianas y las pequeñas empresas, a las que para cotizar ni se les exige un folleto completísimo, ni tienen los mismos requerimientos de publicación de información financiera, ni sufren una supervisión tan estricta como un valor de mercado continuo.

Dicho de otra forma, que es más fácil que nos la cuelen con operaciones cuyo único objetivo es recaudar los fondos que sus entidades financieras de toda la vida les niegan.Será cuestión del buen hacer de los responsables del MAB que los filtros funcionen para que este mercado sea mañana creíble, líquido y capaz de atraer, también en los buenos tiempos, a las mejores empresas pequeñas y medianas del país.

Para eso hará falta lo que hoy el MAB no tiene: una fiscalidad atractiva que le permita competir con los mercados europeos que de verdad son en este segmento de empresa. Mientras, convendría un buen control antidoping. Mejor pocos corredores, pero de élite, que un batallón de buscavidas que perderán la referencia del pelotón en el primer repecho.

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