El Motel celebra 50 años como impulsor de la cocina catalana de vanguardia

  • Roses (Girona).- El Hotel Empordà, conocido como 'el Motel' porque así se llamaba cuando lo fundó Josep Mercader, cumple 50 años de la mano de su actual chef y propietario, Jaume Subirós, que asegura que la receta del éxito de la gastronomía catalana de vanguardia que impulsó este restaurante es "una mezcla de talento y seriedad".

El Motel celebra 50 años como impulsor de la cocina catalana de vanguardia
El Motel celebra 50 años como impulsor de la cocina catalana de vanguardia

Roses (Girona).- El Hotel Empordà, conocido como 'el Motel' porque así se llamaba cuando lo fundó Josep Mercader, cumple 50 años de la mano de su actual chef y propietario, Jaume Subirós, que asegura que la receta del éxito de la gastronomía catalana de vanguardia que impulsó este restaurante es "una mezcla de talento y seriedad".

Subirós, que también posee y dirige el Hotel Almadraba Park de Roses, ha confesado que se siente parte del "maravilloso momento" que está viviendo la gastronomía española, que a su juicio está "súper bien dotada" gracias a todos los cocineros españoles que "han querido hacer bien las cosas", entre ellos Ferran Adrià.

"Hay una seriedad y unas ganas de hacer las cosas bien hechas: desde ese bar de tapas con ganas a ese restaurante que destaca porque hace cosas maravillosas. Esa amplitud nos pertenece a todos", dice Subirós.

Su "Motel" acaba de cumplir las bodas de oro, justo el mismo año en que El Bulli ha cerrado las puertas como restaurante para transformarse en 2014 en una revolucionaria fundación de investigación culinaria, que según Subirós, "a día de hoy nadie sabe exactamente lo que será, pero seguro que será algo infinitamente novedoso y divertido".

Situado en lo alto de la playa de la Almadraba, con unas vistas infinitas del Mediterráneo y la bahía de Roses, su hotel Almadraba Park era el elegido por muchos de los privilegiados que cenaban en El Bulli, pero asegura que el cierre del restaurante Adrià no le afectará.

Subirós entró a trabajar en 1961 como botones en el "Motel", donde aprendió el oficio de cocinero y gestor de hotel de la mano de Mercader, propulsor indiscutible de la gastronomía catalana de vanguardia a partir de la 'Nouvelle Cuisine' francesa.

Desde la cocina del "Motel", empezó a modelar con maestría a partir de 1973 platos como la primera mousse de escalibada, la emulsión de ajo y las raspas de anchoa fritas, entre otros, que demostraron al mundo que la cocina catalana era mucho más que "el mantel de cuadros, la butifarra y el pan con tomate".

La casualidad hizo que el joven Subirós se enamorara de Ana María Mercader, hija de Josep Mercader, y se casara con ella a los 25 años, y ahora, dos de los cuatro hijos de este matrimonio - Albert y Jordi - se ocupan de la gestión del "Motel" y el "Almadraba Park" respectivamente, lo que asegura la continuidad del negocio familiar.

Y así han pasado 50 años, algo que para Subirós es un "valor añadido" de "pequeños detalles que llevan a grandes consecuencias", y que celebró con una gran fiesta en junio en la que logró reunir a lo mejor de la cocina catalana y mundial, entre ellos Ferran Adrià, Joan Roca, Carme Ruscalleda y Elena Arzak.

Subirós recuerda además con cariño como durante la historia de su restaurante ha tenido como clientes asiduos grandes personajes como el pintor Salvador Dalí y el escritor Josep Pla, incluso el teniente coronel Antonio Tejero recibía a través de su abogado algunos de los manjares del "Motel" en la prisión del Castillo de San Fernando de Figueres donde cumplió condena por el golpe de estado del 23-F.

Subirós no sueña con estrellas Michelin - el Motel ya tuvo la suya entre 1974 y 2003 - ya que considera que sus "verdaderas estrellas son los comensales", y más allá de los clientes famosos citados, "esos agricultores anónimos que vienen a comer porque han oído hablar de nosotros", dice, especialmente si logran hacerles disfrutar.

Asegura que le queda mucho por aprender y por hacer, y aunque ya ha llegado lejos, señala al menos un sueño por cumplir: "una cena sencilla un día de junio al atardecer desde el Hotel Crillon de Paris, con vistas a la plaza de la Concordia", y un deseo: "seguir siempre cocinando, mi verdadera pasión".

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