El reto de un parado: cruzar el desierto de Atacama en bici

Ana Martínez

Santiago de Compostela, 23 jul.- Javier Martínez Corral, leonés de 48 años afincado en Galicia desde hace más de dos décadas, es uno de esos tipos duros y románticos con los arrestos suficientes para ir superando metas sin apenas ayuda. Víctima del desempleo, su voluntad inquebrantable lo llevará a cruzar el desierto de Atacama.

Será en otoño, 1.816 kilómetros y durante un tiempo indefinido. Sus cálculos apuntan a un mes. Nadie lo acompañará. La idea es salir de esa "zona de seguridad que todos tenemos". ¿Miedo? Ninguno. Solo respeto, porque "peligros también los hay aquí. Hay que tener un poco de cabeza y no meterse en muchos fregados. También ser muy respetuoso con la gente. Pero locos los hay en todas partes".

Su correría la reflejará este antiguo comercial en un libro y un vídeo, que colgará en la red y distribuirá gratis a las televisiones que lo quieran. No quiere cobrar por este material audiovisual, pero sí admite que su ilusión es "algún día vivir de esto", "hacer guías para viajeros, pero poco a poco... Todo lo marca la vida. Si esto funciona, diré, mira qué bien", cuenta visiblemente emocionado en su conversación con Efe.

No descarta patrocinios: "Si alguna compañía ve la oportunidad y piensa que esto puede ir a más, bien, muy agradecido. Pero si no es así, yo me lo guiso, yo me lo como. Tenía un dinero ahorrado y esto está financiado por mí mismo", desvela este hombre, que vive a caballo entre A Coruña, donde tiene su piso, y Santiago, ciudad en la que están algunos buenos amigos suyos.

Javier llevará únicamente una bicicleta, un carro con un remolque, tienda de campaña, saco de dormir, agua y comida liofilizada. "Iré probando, y dejando consejos en la web, en el sentido de 'oye, tened cuidado, no metáis esto', 'este tema así no', y contando el porqué".

A su padre, José, viudo y residente en el Bierzo, lo tiene engañado. "Sabe que voy a Chile a hacer bicicleta y punto. Los míos llevan años sufriendo este afán aventurero que tengo, este veneno inoculado. Cuando lo sepa, me dirá: estás loco".

A Galicia llegó Javier por un trabajo. Ejercía de visitador médico y la crisis económica lo ha dejado en la calle. Pese a que su ocupación le gustaba -"andaba con las maletas de un lado a otro"-, ahora "toca otra cosa", "he aprovechado para decir, aprovecho esta circunstancia para dar un cambio a mi existencia".

Ayuda, como él mismo admite, que no tiene cargas: "Si tuviese hijos no podría".

'Javi', como se le conoce en su círculo íntimo, recuerda con exactitud el día en que se le comunicó la rescisión de su contrato, el 13 de diciembre pasado.

"En mi caso se juntaron una serie de cosas, las vacas flacas, los cambios de objetivos en mi empresa... Pero bueno, igual hasta agradezco ese pequeño empujón. Yo lo llamo así porque a mí me costaría dar el paso, estaba en una zona de comodidad".

Hasta ese momento, sus escapadas se remontaban al mes de agosto. Viajes a Mongolia, Nepal, Perú, Tanzania...

Siempre ha practicado deporte y en 1992 se atrevió con un Roma-Santiago en bicicleta. Ahora hará un tramo del Camino desde León, con una amiga, "en plan rutero".

"Y soñaré con lo que ocurra pasado el verano. Siempre la aventura ha estado ahí, en mi mente. Pero cuando puedes hacerlo, con juventud, no tienes dinero, y cuando sí lo tienes, no tienes el momento ni el tiempo. La edad no importa, cualquiera es buena estando bien".

Su desafío empezará en Copiapó, donde en 2010 fueron rescatados los 33 mineros atrapados durante 69 días en el yacimiento de San José. De ahí, irá hasta Arica, en la zona norte de Chile, ya limítrofe con Perú.

"Un viaje por el desierto, el más árido del planeta", expone, y todo ello en soledad, sin atascos, choques de egos ni grescas.