España, erre con erre con la conspiración, mientras Merkel prepara el bisturí

  • Alemania ha cogido el toro por los cuernos y ha salido al rescate de Grecia para evitar unos males mayores que podrían afectar a España. Pero, mientras tanto, nosotros nos preocupamos más de conspiraciones internacionales y debates sobre las reuniones del Rey. ¿Cuándo nos dedicaremos a buscar soluciones?
Enrique Utrera

Hace ya muchos años que la estrella del balompié inglés Gary Lineker hizo célebre aquella famosa sentencia que rezaba: “el fútbol es un juego que enfrenta a once contra once y en el que siempre gana Alemania”. Si trasladamos esta sentencia a la foto fija de ese manojo de nervios que de la mano de Grecia es hoy Europa, podríamos seguir la senda de Lineker asegurando que “la Unión Europea es un entramado de 27 países en el que sólo manda –y paga la mayoría de los platos rotos- Alemania”. La Alemania de Angela Merkel, que estos días se juega la credibilidad de Europa y la suya propia.

Sabemos que ni la presidenta de la primera economía europea ni el jefe del primer vagón, Nicolas Sarkozy, van a dejar caer Grecia. Ni se lo puede permitir la credibilidad limitada de la UE, ni es un lujo al alcance de sus mercados, que están al borde de otro ataque de nervios. Por eso han vendido un plan de salvación que, como el de austeridad del Gobierno español, no pasa de una declaración de intenciones. Pero tengan las más absoluta seguridad de que no se quedara en eso.

Porque no basta con asegurar que Grecia no será en Europa el Lehman Brothers que en Estados Unidos puso el mundo al borde del colapso. Hace falta un plan creíble, solidario y perfectamente bien consensuado... y que pague Alemania. Es, salvo el último punto y con matices, todo lo que el Viejo Continente no ha sido capaz de ofrecer ni una sola vez desde que la eurozona tomó carta de naturaleza.

Es imposible no recordar hoy cómo en la primera mitad de la década Alemania y Francia se saltaron a la torera el Pacto de Estabilidad en materia de déficit público para no perjudicar a sus maltrechas economías. ¿Recuerdan las repercusiones? Poco más que una regañina del BCE de cara a la galería. Por ese agujero se abrió la veda de la indisciplina en la Unión. Algunas de esas consecuencias son las que ahora, a gran escala y en los países peor gestionados, cuestionan a la Europa unida.  

Por todo ello, no es de extrañar que al plan de rescate de Grecia sólo le hayan puesto el encabezamiento. ¿Creen ustedes en los milagros? Merkel tampoco. Por lo tanto, mucho cuidado, porque la falta de unidad en la UE es precisamente el mayor riesgo de que a la vista de la dimensión del problema haya que aplicar el tratamiento más agresivo. Y eso, claro, no se cuenta públicamente. El más rico de la eurozona sabe que la cuestión es que, o se interviene Grecia, así como suena y sin paños calientes, o el efecto dominó puede tener consecuencias catastróficas.

Pongámonos apocalípticos. ¿Se imaginan a España en una situación similar? ¿Pueden visualizar a Merkel y Sarkozy decidiendo que este país se convierta, por ejemplo, en el geriátrico de la Vieja Europa? ¿Soportaremos a los dos jefes del continente imponiéndonos ese nuevo modelo productivo del que nuestro Gobierno ni sabe ni contesta? Convendría no darles ni razones ni ideas.

Y, a todo esto, aquí seguimos buscando a los culpables de la gran conspiración contra los activos españoles, con el CNI –lo cuenta El País en su edición de ayer domingo- y lo que haga falta manos a la obra. Y debatiendo la propuesta de pacto de Estado del Rey, que no deja de ser la de cualquier ciudadano razonable y preocupado por el estado de salud del país. Más nos valdría poner en marcha ya una hoja de ruta contundente y creíble–y por lo tanto dolorosa- que no nos haga caer en la tentación de consolarnos pensando que Grecia está peor.

De esto ya se han encargado algunos medios de comunicación británicos y algunas agencias de calificación crediticia la semana pasada, intentando quitar hierro a los brutales palos que han dado pocos días antes a nuestra economía. Flaco favor nos hacen con comparaciones –favorables, claro- con el más feo y más malo de clase. Un poco de término medio, por favor, en todo este disparate que tiene confundido al más avezado de los analistas. Lo dicho: un lío mientras Merkel prepara el bisturí. Agárrense, que vienen curvas.

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