Gráfico: Los tentáculos del gigante tecnológico
Serguei Brin y Larry Page fundaron allá por 1998 un buscador que pretendía mejorar lo existente: el rastreo y organización de información y contenidos alojados en la red de redes. Pero a partir de ahí dieron el paso que pocas compañías lograron en los tiempos de la burbuja puntocom: monetizar esa tecnología o, lo que es lo mismo, rentabilizar la inversión. En esa tarea aparece un hombre clave en la gestión de la compañía. Se llama Eric Schmidt y desde agosto de 2001 preside el consejo de administración de Google tras su paso por el fabricante de software Novell.
Desde que los fundadores Brin y Page cedieron la gestión, Schmidt ha guiado la estrategia del gran buscador, que le ha convertido en la mayor empresa de publicidad del mundo y uno de los cinco gigantes de la tecnología junto a Microsoft, IBM, Apple y Oracle
¿Su secreto? Intermediar entre anunciante, medios y lectores. Gracias a los sistemas de publicidad Adwords y Adsense, que insertan anuncios en webs externas a internas, Google obtiene más del 90% de sus ingresos (21.795 millones de dólares anuales al cierre de 2008) y convierte en beneficio neto uno de cada cinco dólares que pasan por sus manos (4.226 millones de dólares).
Para llegar a ese nivel sólo han hecho falta un puñado de años. Pero en la compañía existe un antes y un después: 19 Agosto de 2004. Fue entonces cuando la compañía comenzó a cotizar en bolsa y ofrecer información más transparente sobre su actividad.
Los meses previos a su debut resucitaron las voces que alertaban de una nueva compañía 'humo' sobrevalorada. Incluso, la prestigiosa revista The Economist se abrazó a ese discurso. Pero quienes conocían de verdad de que pasta estaba hecho el buscador no se cansaban de defender las bondades de la compañía. Google acalló a esas voces.
Desde agosto de 2004 hasta diciembre de 2007, las acciones del buscador se revalorizaron un 725% al pasar de 85 a 702 dólares por acción, su máximo histórico en bolsa, que llegaron a valorar la compañía en torno a los 230.000 millones de dólares. Hoy se mueven en 500 dólares, con un valor de 159.000 millones.
Pero las dudas del mercado acerca de la sostenibilidad de su negocio, el publicitario, ante la llegada de nuevos jugadores como Facebook o Twitter le han obligado a reorientar la estrategia de la compañía. Y en ello está Schmidt. El objetivo de Google se encuentra en reducir su exposición a la publicidad y aumentar su presencia en servicios de pago. Y ahí están sus dos grandes apuestas de futuro.
La primera, la venta del servicio de ofimática online Google Apps (incluyendo a gmail) como servicio Premium a empresas y particulares, una competencia directa del clásico Office de Microsoft. Y la segunda, un negocio algo más futurista: la computación en nube (cloud computing) y el servicio a empresas como fuerza de desarrollo de software y entornos web. Y es la más importante. El objetivo es llegar a generar un tercio de la cuenta de resultados a partir de la nueva filial que se dedica a esta actividad: Google Enterprise.
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