Grecia no encuentra compradores para sus empresas públicas

  • Las autoridades griegas están dispuestas a deshacerse de todos sus bienes para reducir los 320.000 millones de euros de deuda. Sin embargo, los analistas advierten de que nadie querrá comprar empresas mal gestionadas y que sufren huelgas casi cada mes.
Las autoridades griegas están dispuestas a deshacerse de todos sus bienes para reducir los 320.000 millones de euros de deuda.
Las autoridades griegas están dispuestas a deshacerse de todos sus bienes para reducir los 320.000 millones de euros de deuda.
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Anthee Carassava, Atenas (Grecia) | GlobalPost

Una de dos: vender o hundirse.

Un año después de evitar la quiebra con ayuda de un plan de rescate de 100.000 millones de euros de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional, Grecia no ha conseguido aún ni un sólo céntimo con su plan para vender empresas y propiedades estatales.

Y con las finanzas del país todavía en estado precario, sus frustrados prestamistas no parecen dispuestos a entregar la siguiente cuota comprometida de 10.000 millones de euros prevista para finales de este mes si el Gobierno griego no pone en marcha rápidamente una venta de bienes estatales.

Y no es un farol.

"Va en serio", ha asegurado el ministro de Economía, George Papaconstantinou, en una reciente entrevista televisiva. Si no se logra este nuevo tramo de la ayuda financiera "entonces las persianas del país se bajarán; el país dejará de pagar pensiones, salarios y otros gastos".

(El pasado viernes Grecia anunció que la evaluación de la UE y de FMI a sus avances concluyó de manera "positiva").

La amenaza ha hecho que las autoridades griegas parezcan dispuestas a deshacerse de aquí a 2015 de todo tipo de bienes, desde la participación gubernamental en compañías telefónicas hasta su parte en complejos vacacionales de lujo y puertos deportivos. Se calcula que con estas operaciones se recortarán unos 47.000 millones de euros de los 320.000 millones de deuda que suma el país.

Atenas ya ha dado pasos estos días para vender el 10 por ciento que tiene en la compañía de telecomunicaciones OTE al gigante alemán Deutsche Telekom. A continuación vendrán la venta de sus participaciones e intereses en el consorcio nacional de energía, en el servicio postal y en los puertos del Pireo y Tesalónica, los principales del país.

Los detalles sobre los plazos del programa de privatizaciones continúan sin ser claros. Pero sus organizadores dicen que debería de servir para comprarle tiempo al Ejecutivo de Atenas mientras comienzan a surtir efecto las reformas draconianas destinadas a hacer que el país sea más competitivo.

Sin embargo, la oleada de ventas puede que sea demasiado ambiciosa y llegue demasiado tarde para Grecia.

"Se ha perdido muchísimo tiempo", asegura Yannis Stournaras, economista de la Fundación para la Investigación Económica e Industrial, con sede en Atenas. "Estos pasos se deberían de haber tomado mucho antes y, es más, por decisión propia del Gobierno".

El hecho de que no haya sido así, dicen algunas voces críticas, sugiere que el Gobierno es incompetente y carece de voluntad política.

La política griega se ha ido tejiendo en las últimas tres décadas en torno a una red en la que primaba el intercambio de favores y el clientelismo. De hecho, el partido socialista PASOK alimentó esa cultura a lo largo de gran parte de sus 17 años en el poder, entre 1981 y 2004. Andreas Papandreu, el carismático fundador del partido, tenía un sentido instintivo para gestionar las quejas de los griegos.

Atraía a multitudes que le adoraban echando la culpa de todo a las potencias extranjeras, mientras cultivaba una enorme base social llenando los servicios estatales de un ejército de funcionarios políticos, a veces de dudosa cualificación. Los poderosos líderes sindicales también estaban blindados.

Era una receta ganadora en las urnas, y sucesivos gobiernos, incluidos los conservadores, la practicaron durante décadas.

Si bien muchos políticos modernos aseguran que la cultura del clientelismo en Grecia ha desaparecido (el primer ministro George Papandreu, de mentalidad sobria y la antítesis de su padre, llegó al poder a finales de 2009, prometiendo reinventar el estado griego rompiendo con las viejas prácticas políticas), todavía sigue siendo la mayor espina en el plan de privatización del Gobierno.

"Es una tarea ingente", admite Yannos Papantoniou, un antiguo ministro de finanzas socialista. "Las privatizaciones se pueden hacer, pero se requiere una enorme habilidad política por parte de Papandreu. Tiene que desmontar la base sobre la que se construyó el PASOK", asegura.

Las noticias sobre las privatizaciones han movilizado a miles de empleados públicos en las últimas semanas. Los líderes sindicales de la corporación eléctrica estatal han advertido además de que habrá consecuencias políticas, poniendo en alerta a la vieja guardia de parlamentarios socialistas, que han abierto un frente en el partido ante el temor a perder su poderosa base electoral.

"Este el PASOK profundo, revolviéndose en las tripas por el cambio del sistema", afirma Stournaras. "Si gana, entonces Grecia está perdida. Si no gana, y no debería de ganar, entonces Grecia tiene posibilidades de arreglar sus finanzas".

Para asegurarse de ello, los interlocutores de la UE y del FMI han dicho que cualquier inyección adicional de fondos para el rescate a Grecia (hasta 64.000 millones de euros) podría acarrear una nueva oleada de medidas de austeridad, así como una supervisión externa sin precedentes en el programa de privatizaciones.

Pese a todo, los inversores internacionales siguen mostrándose escépticos. Comprar acciones en empresas a precios de mercado hundido puede sonar atractivo, pero no cuando viene asociado a un laberinto de complicaciones legales y regulaciones.

"¿Quién en su sano juicio está dispuesto a perder millones en una compañía que no puede gestionar de manera eficiente por las huelgas de los sindicatos o por regulaciones laborales que limitan la posibilidad de hacer despidos?", ha dicho el ex ministro de finanzas Stefanos Manos.

Deutche Telekom, dueña ya del 30 por ciento del antiguo monopolio de comunicaciones griego, dejó traslucir su preocupación al respecto hace pocos días, al plantear que si bien está dispuesta a abrir las negociaciones para aumentar su participación en la compañía, lo hará con cautela. "Ahora debemos de empezar a hablar y mirar con calma las condiciones posibles", afirmó su presidente, Rene Obermann.

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