La Sareb salva el año de penalti y en el último minuto

Sobre la campana, la Sareb ha logrado salvar los muebles del ejercicio 2013. El también conocido como 'banco malo' ha llevado a puerto la denominada como Operación Teide, cuyo cierre estaba previsto para finales de octubre pero que no se ha finiquitado hasta este lunes, más o menos según la hoja de ruta que se había marcado la institución que preside Belén Romana.

Uno de los favoritos, Fortress, junto a Lar, se ha quedado con el paquete de viviendas situadas sobre todo en Madrid, Andalucía, Cataluña, Galicia y Castilla-León por 146 millones de euros. La cifra está totalmente en línea con las estimaciones que habían realizado los expertos. Por este lado, no ha habido sorpresa negativa alguna para Sareb. Ni positiva, a la vista de la campaña institucional que dice que lo peor en el mercado inmobiliario español ya ha pasado.

La 'Operación Teide' era clave para que el banco malo cumpliera objetivos en 2013 y alejara las expectativas de una ampliación de capital para cubrir el diferencial existente entre el precio al que asumió los activos de los bancos nacionalizados y los que exigen los compradores.

Sareb comunicó hace unos días que esperaba terminar el ejercicio con unas ventas de 6.400 inmuebles y unos ingresos de unos 2.000 millones de euros. Unas cifras más que razonables, pero que no esconden la realidad de que se están vendiendo los mejores activos, aquellos que tienen mejor salida. El banco malo tiene hasta seis operaciones abiertas. Entre ellas está el proyecto Corona, que incluye siete edificios de oficinas en el norte de Madrid que suman más de 60.000 metros cuadrados. Los expertos asignan a la operación un valor de unos 450 millones de euros.

Además están en marcha los proyectos Blue –resorts turísticos-, Runner –se vende una participación del 35% del centro comercial del Parque Corredor, operación que ha levantado gran expectación entre los fondos- y Harvest –fincas rústicas-. Con la venta de Teide, Sareb ha salvado un primer año de vida marcado por la falta de transparencia y el reconocimiento de que el mercado inmobiliario español sigue muy deprimido.