La crisis de Grecia no ha terminado, para nadie

  • Aunque el Parlamento ha aprobado los recortes exigidos, son muchas las normas que se han saltado. Los bancos de todo el mundo fijan su mirada en Atenas, en especial los franceses y alemanes.
Aunque el Parlamento griego ha aprobado los recortes exigidos, son muchas las normas que se han saltado.
Aunque el Parlamento griego ha aprobado los recortes exigidos, son muchas las normas que se han saltado.
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David Case | GlobalPost

Mientras los ciudadanos griegos se manifestaban por las calles, el parlamento de su país aprobaba el paquete de medidas de austeridad que exigía la UE. Con esa votación se desbloqueaban las ayudas europeas de miles de millones de euros que el país helénico necesita para pagar sus deudas este verano.

Es una buena noticia para la economía global. Si no se hubiese aprobado la medida se habría desencadenado una avalancha financiera como la del otoño de 2008, cuando cayó Lehman Brothers, llevando al abismo a la economía global. Si Grecia no pagase su deuda, se extendería el pánico por todos los mercados. Las instituciones financieras dejarían de prestarse dinero entre ellas, por miedo a que la tóxica deuda griega que los bancos tienen en sus cuentas les impidiese devolver dichos préstamos. Las bolsas se derrumbarían. Se perdería una fortuna en planes de pensiones en EEUU, y  por último, aseguran los expertos, la Reserva Federal estadounidense tendría que acudir de nuevo al rescate de la economía global.

Pero la aprobación de las medidas de austeridad en Grecia no estaba del todo asegurada. Los manifestantes y la policía intercambiaron la semana pasada gases lacrimógenos, piedras y bombas incendiarias. Los fuertes recortes presupuestarios y el aumento de impuestos supondrán pérdida de puestos de trabajo, el cierre de escuelas y otras dolorosas soluciones.

Entre quienes critican estas medidas se encuentra el gobernador del Banco Central griego, George Provopoulos, una de las autoridades financieras con más poder del país. El gobernador ha criticado el aumento de impuestos calificándolo de carga excesiva sobre los contribuyentes. Las afirmaciones de Provopoulos aumentaron peligrosamente la posibilidad de que los miembros del parlamento rechazasen el plan de austeridad. Pero el gobernador acabó declarando al Financial Times que no había otra opción que aprobar el plan. "Si el parlamento vota en contra de este paquete sería un crimen", dijo.

Irónicamente, muchos analistas creen que Provopoulos tenía razón, y que el plan de austeridad exigido por la UE y el FMI como pre requisito para un nuevo rescate hará que la situación empeore. "Insistiendo en más medidas de austeridad tan sólo están haciendo que el paciente se ponga más enfermo", asegura Laurent Jacque, profesor de Negocios Internacionales en la Fletcher School de Tufts University. "Han puesto una soga alrededor de la economía griega, y están apretando y apretando. El paciente va a acabar muriendo".

En un momento en el que Grecia necesita recaudar todo el dinero posible para pagar sus deudas, la austeridad amenaza con paralizar la economía. Durante el último año los recortes han alimentado una fuerte recesión en Grecia, lo que ha reducido los ingresos fiscales, explica Jacque.

Eso conduce a malas noticias: aunque el parlamento ha evitado el desastre a corto plazo aceptando un plan de austeridad, la crisis griega no se ha resuelto en ningún caso. La carga de deuda de Atenas supone el 160 por ciento de su PIB. Eso significa que si todos los griegos dejasen de comer, de comprar y de gastar, y dedicasen cada uno de los euros que ganan a pagar la deuda del Gobierno, les llevaría 19 meses conseguirlo. Obviamente, eso no va a suceder. El hecho es que Grecia está efectivamente en bancarrota, y apenas existen posibilidades de que pueda pagar sus préstamos por completo. Standard and Poor's lo confirmó a principios de junio, cuando le dio a la deuda griega la calificación más baja.

¿Cómo se ha metido Grecia en este lío?¿Cómo un país con una población un poco mayor a la de Los Ángeles y una economía del tamaño de la de Oregón ha logrado poner contra la pared a la economía mundial?

La respuesta más sencilla es que su Gobierno gastó demasiado y recaudó muy poco en impuestos. A eso se añaden los generosos programas sociales y pensiones del país, y un sector público inflado e ineficiente. Además, defraudar impuestos es lo habitual.

Pero el problema es más complicado que eso, al igual que las posibles soluciones. Grecia ha tenido mucha ayuda para cavarse su propio agujero.

Parte de esa ayuda se la dio un viejo conocido, Goldman Sachs, que orquestó un juego de manos financiero que permitió a Grecia esconder sus prácticas extravagantes.

Antes de que se adoptase la moneda única europea en 1999 los analistas anticiparon que una crisis como la actual se podría extender a través de las fronteras. Para prevenirlo, las autoridades adoptaron normas para restringir el dinero que pueden pedir los países de la zona euro. Se suponía que todos los gobiernos tenían que cumplir esas restricciones para entrar en el euro, y que las seguirían cumpliendo de forma indefinida.

Eurostat acabó aprobando la triquiñuela contable de Grecia y Goldman, y se dice que Italia también utilizó el mismo truco años antes.

Además, contribuyendo a la deuda griega estaban algunos de los mayores bancos de Europa. En 2004 era ampliamente sabido que Grecia había manipulado sus cuentas y que su situación financiera no era para nada lo robusta que se había dicho. Aún así, grandes bancos como el gigante francés BNP Paribas y el Commerzbank alemán compraron miles de millones de euros en bonos malditos.

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