La fiesta brava se desangra: Sánchez Cobaleda echa el cierre

  • La crisis, la hegemonía de un encaste, la férrea exigencia sanitaria y la falta de ayuda institucional han abocado al precipicio a numerosas ganaderías legendarias como la de Sánchez Cobaleda, que acaba de echar el cierre y consigo un encaste ya irrecuperable: el Vega-Villar y sus célebres 'patas blancas'.

Roberto Jiménez

Valladolid, 5 ago.- La crisis, la hegemonía de un encaste, la férrea exigencia sanitaria y la falta de ayuda institucional han abocado al precipicio a numerosas ganaderías legendarias como la de Sánchez Cobaleda, que acaba de echar el cierre y consigo un encaste ya irrecuperable: el Vega-Villar y sus célebres 'patas blancas'.

"Rosón", un berrendo en negro calcetero, herrado con el número 24, pasará a la historia como el último toro del hierro salmantino de Sánchez Cobaleda que ha participado en un espectáculo público: en Benavente (Zamora), el pasado julio, dentro del XI Congreso Nacional de Toros de Cuerda.

Este toro es hijo de las vacas de vientre que José Manuel Sánchez, fallecido el pasado mes de febrero, decidió llevar al matadero el 1 de noviembre de 2010 para extinguir la ganadería: "fue una decisión tremenda y un mazazo para mi padre, pero no veíamos otra salida", recuerda ahora su hija, María José Sánchez Majeroni.

En los últimos meses, las calles de varios pueblos de España han visto correr a los últimos 'patas blancas', herederos de la estirpe creada en 1910 por José Vega con sementales de Santa Coloma y vacas de Veragua, y que en 1914 vendió a los hermanos Francisco y Vitorio Villar para conformar estos el encaste Vega-Villar.

"Ningún ganadero cría toros para que salgan por las calles y más después de haberse anunciado en los mejores carteles de las ferias de España durante los años sesenta y setenta", lamenta en una entrevista con Efe la actual ganadera, bisnieta de Arturo Sánchez Cobaleda quien, al comprar en 1924 una parte de la vacada de Francisco Villar, creó el hierro de Sánchez Cobaleda, que tomó antigüedad en 1928 al lidiar por primera vez en Madrid.

Cuatro generaciones después, los 'patas blancas' ya son historia en su principal expresión de pureza, "porque antes que cruzarlos con otras sangres preferimos mandarla al matadero", ha añadido Sánchez Majeroni, una de las cuatro hijas del matrimonio formado por José Manuel Sánchez y Pilar Majeroni.

Victorino Martín y Arturo Cobaleda, entre otros ganaderos, crían toros con parte de sangre Vega-Villar, un encaste cuya reserva genética en forma de óvulos y semen, extraídos de hembras y machos antes de enviarlos al matadero, se conservan en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León "por si acaso algún día pudiéramos poner el broche dorado que ahora no hemos tenido".

"Quiero volver a 'placear' y no dudo de que esta pueda ser la única manera de hacerlo, para seguir haciendo honor a mis antepasados que se entregaron por un proyecto que no quiero que se remate en las calles. Aunque prefiero hacerlo así antes de que mis toros acaben en el matadero. He querido darles la oportunidad de demostrar su bravura que para eso los hemos criado", ha explicado.

El férreo saneamiento ganadero en Castilla y León durante los últimos años, especialmente en el caso de la tuberculosis que obligaba a sacrificar a las vacas de vientres afectadas por esta enfermedad, "a pesar de que no salta a la cadena alimenticia", ha reducido constantemente a las hembras reproductoras y con ello la capacidad de selección y de reconducir con garantía la ganadería.

Berrendos luceros, coleteros, calceteros, estrellados y girones identificaron siempre a los 'patas blancas', que los aficionados ovacionaban en la salida, "un toro pequeño pero precioso de lámina, muy serio por delante y que embestía", ha evocado Sánchez Majeroni, "pero las modas imperan, la del monoencaste: Domecq a pie y Murube a caballo".

"Hace medio siglo las figuras mataban las ganaderías punteras fuera cual fuera su procedencia, pero ahora no ocurre lo mismo. El que manda elige un hierro o un encaste y detrás van todos: los compañeros, los empresarios e incluso los aficionados", con el resultado de monotonía y de falta de variedad, en pelajes y comportamientos durante la lidia", ha insistido.

Sánchez Majeroni ha abogado por la pedagogía entre todas las partes implicadas, "explicar al aficionado, hacerle comprender que existen otros encastes aunque morfológicamente difiera del tipo de toro grande que predomina, valorar y diferenciar, porque en la variedad está el futuro de la fiesta".

La criadora salmantina, madre de dos hijos de corta edad, dirige también en fincas de Moraleja (Cáceres) y de Muñoz y La Fuente de San Esteban (Salamanca), los hierros de José Manuel Sánchez, de Terrubias (Santa Coloma) y de Castillejo de Huebra (Murube). EFE

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