Obtienen cepas mutantes de moho que mejoran la fabricación de la penicilina

  • El grupo de investigación del Instituto de Biotecnología de León (INBIOTEC) ha obtenido cepas mutantes del hongo "Penicillium chrysogenum", denominado comúnmente moho, que no producen las toxinas que pueden contaminar la penicilina, lo que evitaría una "costosa purificación" para su uso farmacéutico.

León, 20 dic.- El grupo de investigación del Instituto de Biotecnología de León (INBIOTEC) ha obtenido cepas mutantes del hongo "Penicillium chrysogenum", denominado comúnmente moho, que no producen las toxinas que pueden contaminar la penicilina, lo que evitaría una "costosa purificación" para su uso farmacéutico.

El director de INBIOTEC, Juan Francisco Martín, ha explicado en declaraciones a Efe que estas "micotoxinas", conocidas como roquefortina y meleagrina, se dan habitualmente en cantidades mínimas, ya que los procesos de producción de la penicilina están muy controlados por los estándares de calidad europeos y estadounidenses.

El uso de esas cepas mutantes, sin embargo, evitaría la aparición de esas sustancias en el proceso.

Martín, quien ha incidido en las garantías de la penicilina fabricada bajo dichos estándares de calidad, ha apuntado que los medicamentos procedentes de la India y China no están siempre lo suficientemente controlados, por lo que ha destacado la importancia del hallazgo.

Ha precisado que un exceso en el consumo de estas toxinas puede acabar produciendo daños renales, si bien ha advertido de que una administración reiterada en dosis elevadas ocasionaría problemas irreversibles.

El artículo sobre la investigación fue publicado el pasado noviembre en la prestigiosa revista científica Chemistry & Biology, de la editorial anglosajona Cell Press, con el título "Un conjunto de genes regulados coordinadamente codifican la biosíntesis de las micotoxinas roquefortina C y meleagrina en Penicillium chrysogenum".

Martín ha dirigido el proyecto, en el que han colaborado otros científicos de la Universidad de León, como Carlos García Estrada, en colaboración con el profesor de la Universidad Técnica de Berlín Hans von Döhren.

Además de su aplicación en el ámbito farmacéutico, la obtención de estas cepas tiene interés -ha comentado Martín- en el sector agroalimentario, ya que este hongo, que es el que se emplea para elaborar el queso azul, suele crecer también en el pan, la fruta y el vino, con consecuencias tóxicas.

Ha advertido que desde hace siglos se come queso azul en cantidades que no son dañinas para la salud, aunque no ha descartado que un prolongado consumo en cantidades abusivas pueda ser perjudicial.

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