¿Por qué han caído tan pocas cabezas en la banca española a pesar de la crisis?

  • La gran crisis financiera iniciada hace dos años tras la muerte de Lehman Brothers les ha sentado hasta bien a los banqueros españoles. Mientras en la banca internacional el tsunami no ha dejado títere con cabeza, en España la inmensa mayoría mantiene la silla.
E.Utrera

Señalados por su responsabilidad en el desastre subprime que puso al sistema financiero al borde de la quiebra, en la vieja Europa y al otro lado del Atlántico, ha quedado un reguero de presidentes y consejeros delegados sin precedentes.

Han caído uno detrás de otro los consejeros delegados de Wall Street. Charles Prince dejó la presidencia de Citigroup a finales de 2007, y Stan O’Neal fue el último presidente de un Merrill Lynch independiente –fue absorbido por Bank of America, una operación que también se cobraría la cabeza de su presidente ejecutivo Kenneth Lewis- y Bear Stearns despidió al consejero delegado.

Y en la vieja City londinense, más de los mismo. Royal Bank of Scotland (Fred Goodwin), Northern Rock (Adam Applegarth), HBOS (Andy Hornby) y el presidente de Lloyd’s (Victor Blank), pasaron por la guillotina a sus primeros ejecutivos.

En la Europa Continental, UBS perdió hasta dos presidentes, ING defenestró al suyo, Société Générale hizo salir a su consejero delegado y Fortis –adquirido luego por BNP Paribas- al suyo.

¿Y en España? Los banqueros españoles, que no fueron víctimas de la crisis subprime pero sí de esa lacra llamada préstamo a promotores inmobiliarios (de efectos menos nocivos y menos inmediatos en el tiempo, pero cuyo impacto les ha tocado la cuenta de resultados, los dividendos y rentabilidad en bolsa), ni siquiera han sentido la presión popular para abandonar sus cargos.

Es más, los dos grandes bancos, Santander y BBVA, han salido reforzados de la crisis gracias a las compras y al fortalecimiento de sus ratios de capital. Y todos, sin excepción, han sorteado el huracán sin recurrir a ayudas públicas.

Dos consejeros delegados en el Banco Popular–José María Lucía por motivos de salud y Roberto Higuera presuntamente por jubilación- y otro más en BBVA, el célebre por su multimillonaria salida José Ignacio Goirigolzarri, han cedido el puente de mando.

Otra cosa es lo de las cajas, sometidas a una reestructuración extraordinaria para evitar la desaparición de una parte muy importante del sector. Se han reorganizado en SIP que les han permitido recibir ayudas económicas por más de 8.000 millones de euros y mantener –de momento- las estructuras de cada entidad.

Por eso, el número de víctimas se reduce al que fuera ex presidente de la intervenida Caja Castilla La Mancha, Juan Pedro Hernández Moltó, y por jubilación forzosa, al histórico José Luis Méndez, director general de Caixa Galicia y gran perdedor en el proceso de fusión de las cajas gallegas.

Para las cajas la auténtica reconversión empieza ahora. Lo que de momento son fusiones virtuales a través de los SIP deberían convertirse en integraciones reales en dos o tres años. Muchos de los grandes grupos que se han formado aspiran a cotizar en bolsa. Otros, los más debiles, deberán sanear antes sus maltrechas estructuras financieras.

Entonces será el momento de simplificar y reducir estructuras. Pero, de momento, el ajuste en las cúpulas de las cajas puede esperar. Dos años después de la quiebra de Lehman Brothers, presidentes, consejeros delegados y directores generales han sufrido el menor tijeretazo posible para una crisis que es la mayor desde la Gran Depresión de 1929.

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