Preocupación en Portugal por el impacto de la crisis política en la economía

  • Las implicaciones económicas de la actual crisis política han acrecentado el temor en Portugal a que la inestabilidad dificulte su previsto regreso a los mercados en 2014 con el fantasma de un segundo rescate en el horizonte.

Lisboa, 5 jul.- Las implicaciones económicas de la actual crisis política han acrecentado el temor en Portugal a que la inestabilidad dificulte su previsto regreso a los mercados en 2014 con el fantasma de un segundo rescate en el horizonte.

El jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva, y el gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, lanzaron hoy sendas advertencias sobre las consecuencias de la incertidumbre que vive el país, mientras los dos partidos de la coalición conservadora de Gobierno siguen en negociaciones para normalizar su alianza.

Las palabras "consenso" y "estabilidad" fueron utilizadas varias veces por Cavaco Silva y Costa, que participaron juntos en un foro con economistas centrado en el futuro de Portugal una vez que haya dejado de recibir la ayuda internacional en junio de 2014.

El presidente luso hizo referencia a las "negativas hipótesis" que ya plantean algunos expertos y analistas según las cuales el país puede no lograr su regreso a los mercados por "circunstancias financieras externas o por dificultades políticas internas" pese a cumplir con el severo programa de ajustes de su rescate.

En ese caso, Cavaco Silva alertó de que el sistema financiero portugués se vería sometido a una "gran presión", lo que en la práctica abocaría al país a otra petición de ayuda externa.

"La reflexión sobre el período que sucede al fin del rescate es de gran importancia para nuestro futuro, sea cual sea el Gobierno que esté en funciones en junio de 2014", agregó el jefe de Estado al hacer referencia por primera vez a la posibilidad de un nuevo Ejecutivo, ya que el actual acaba su mandato en 2015.

Costa abundó en la necesidad de recuperar la confianza de los mercados para que los inversores estén dispuestos a comprar deuda portuguesa a cambio de unos intereses razonables, lejos del 9 % que le exigían cuando acabó por solicitar el rescate en abril de 2011.

Reclamó "sentido de la responsabilidad" y abogó por transmitir tranquilidad al exterior, para lo que recomendó contar "con un consenso político amplio" que se extienda también "a los agentes sociales", lo que de momento no ocurre.

En su opinión, es clave garantizar a los inversores que existe "consenso" en la sociedad portuguesa para mantener bajo control el gasto público también cuando el país comience a crecer, momento en el que espera una reducción de la carga fiscal sobre los contribuyentes.

Mientras el jefe de Estado y el gobernador del banco central luso participaban en un foro económico, el primer ministro, Pedro Passos Coelho, volvía a reunirse hoy con el ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Portas, líder del partido democristiano con el que gobierna en coalición.

La solicitud de dimisión de Portas fue precisamente el detonante de la actual crisis, que se prolonga hoy por cuarto día consecutivo.

Portas, presidente del Centro Demócratico Social Partido Popular (CDS-PP), anunció su salida "irrevocable" del Ejecutivo por divergencias con Passos Coelho a la hora de decidir el nombre del sustituto del ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, que fue reemplazado por Maria Luís Albuquerque.

El primer ministro optó por no aceptar la dimisión de Portas al considerar que todavía era posible encontrar un acuerdo para mantener su alianza política.

Passos Coelho se mostró el jueves convencido de que la reconciliación es factible, aunque todavía se negocia la "fórmula" para concretarla.

La incertidumbre política provocó un aumento repentino de la presión sobre la deuda soberana de Portugal, que alcanzó su punto álgido el miércoles, con sus títulos a diez años en el 8,1 %, una tasa que no se veía desde finales de 2012.

No obstante, el acercamiento entre Passos Coelho y Portas, sumado al anuncio del mantenimiento de los tipos de interés bajos por parte del Banco Central Europeo (BCE), derivó en un alivio de esa presión y las obligaciones lusas cotizaban hoy ya ligeramente por debajo del 7 %.

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