Un proyecto inmobiliario faraónico saca a Belgrado a la calle

Desde abril, decenas de miles de personas se manifiestan en Belgrado en contra de la inmensa renovación de un barrio de antiguos almacenes convertido en centro de moda de la vida nocturna de la capital serbia.

Esta protesta, inédita desde la llegada al poder en 2012 del primer ministro Aleksandar Vucic (centro-derecha), lo ha obligado a intervenir para defender el proyecto "Belgrade Waterfront", impulsado por un promotor inmobiliario emiratí, Eagle Hills, en el barrio de Savamala, a la orilla del río Sava.

Contactado por la AFP, Eagle Hills no ha querido responder.

Belgrado es una ciudad festiva y de cultura urbana. Mientras en las orillas del Danubio y del Sava, las "splavovi" (embarcaciones) vibran al ritmo de música "house" y "turbo-folk", los noctámbulos más alternativos se dirigen a la zona de Savamala, lleno de clubs de jazz y salas de espectáculos.

Hasta ahora los detractores a este proyecto, iniciado en 2015 y con un presupuesto final de 2.750 millones de euros (unos 3.000 millones de dólares), eran pocos. Pero un incidente a finales de abril desató la indignación general.

En 24 de abril por la noche, cerca de los bares, unos 30 hombres vestidos de negro, con la cara cubierta y circulando con coches sin matrícula, ocuparon una cuadra de casas y bloquearon el acceso. Confiscaron los celulares de los transeúntes que se encontraban en el lugar y los retuvieron a la fuerza, mientras las máquinas de demolición derribaban los edificios.

La policía, alertada por los testigos, no intervino, según un informe del mediador de la República.

Vladimir Markovic dirigía desde hacía 26 años una empresa familiar de transportes. Nadie le informó del derribo. "De un día para otro, me encontré con una montaña de escombros en lugar de mi oficina".

Para Aleksandar Vucic, los hombres de negro son unos "idiotas" y los responsables del incidente serían "las máximas autoridades municipales". Pero también señaló que los edificios destruidos, "ilegales", estaban destinados a ser demolidos.

El alcalde de Belgrado, su aliado político Sinisa Mali, se resiste sin embargo a dimitir.

Para sus defensores, el proyecto no acabará con el alma del histórico barrio del siglo XIX, y el lujoso complejo, que incluye alojamientos, oficinas, comercios y una torre de 200 metros de altura, contribuirá a dinamizar la zona.

Las autoridades urbanísticas de Belgrado también quieren recuperar un antigua proyecto, el de devolver a los habitantes de Belgrado las orillas del Danubio y del Sava. Actualmente, ya se ha recuperado una parte para los ciclistas y los deportistas.

"Hemos insistido mucho en ello", dice Milutin Folic, director de urbanismo de Belgrado. "La prioridad de este proyecto no deben ser las grandes torres ni los inmensos centros comerciales (...) sino los espacios públicos", reitera.

Pero para la asociación "Ne davimo Beograd" (No ahoguemos Belgrado), los "fantasmas" de Savamala, estos hombres de negro, simbolizan la opacidad del financiamiento y del calendario del proyecto.

Para Ljubica Slavkovic, arquitecto y principal impulsor de las críticas, todo esto se ha hecho "de una forma no democrática, violenta y corrupta". Una asociación de arquitectos denunció por su parte un proyecto "carente de identidad".

Además, para los detractores, los belgradenses podrían acabar pagando las obras de su bolsillo. Según las autoridades serbias, el grupo emiratí invertiría directamente 300 millones de euros, la mitad de los cuales serían de hecho un préstamo. Ningún detalle financiero ha sido revelado.

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