(reportaje)el banco central europeo: de la moneda única a la unión bancaria


El compromiso que alcanzaron el pasado jueves los ministros de Finanzas de la UE supone la puesta en marcha efectiva de la Unión Bancaria. El Banco Central Europeo (BCE) comenzará a supervisar a principios de 2014 a unas 200 entidades bancarias de las aproximadamente 6.000 que operan en la UE. Serán aquellas que tengan más de 30.000 millones de euros en activos, tengan una cuota en su mercado superior al 20 por ciento o hayan sido nacionalizadas. Tres catedráticos de Economía analizan para Servimedia lo que supondrá esta importante reforma y lo que ha sido la labor del BCE hasta la fecha.
En el primer trimestre de 2014 arrancará la primera fase hacia la unión bancaria europea, cuya creación ya se había acordado en las cumbres de junio y octubre pero que cobra cuerpo con el compromiso suscrito por los ministros de Finanzas el pasado jueves. La UE inicia de este modo un camino que países como Italia, Francia y España consideran imprescindible recorrer cuanto antes, pero al que se han resistido otros como Alemania, Finlandia, Holanda o Austria.
Rafael Pampillón, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad San Pablo-CEU y profesor de Economía del Instituto de Empresa (IESE), describe lo que implicará esta reforma: “La única actividad que tienen los bancos centrales que no depende del BCE es la supervisión bancaria. El BCE recogería a todo este cuerpo de inspectores de la banca europea para crear esa supervisión bancaria única que permitirá el funcionamiento del mecanismo europeo de rescate y, en definitiva, posibilitá recapitalizar los bancos sin que los países contraigan más deuda”.
EFICAZ PERO MUY CONSERVADOR
¿Se puede decir que el BCE ha cumplido bien su cometido durante estos 14 años de trayectoria? Los expertos consultados coinciden en señalar que, si nos ceñimos al principal objetivo -la estabilidad de los precios- la actuación del banco ha sido correcta y eficaz. El catedrático de Economía Financiera de la UNED, Rafael Morales-Arce, indica que “su misión fundamental es controlar la inflación y, respecto a eso, no hay ninguna crítica que hacer, porque hemos tenido una inflación razonable y controlada”.
Ahora bien, en un contexto de crisis como el que sufre la UE desde 2007, estos mismos expertos creen que hubiera sido deseable una actitud más decidida del BCE en favor del crecimiento. Pampillón lo expresa de este modo: “La crisis que tenemos en Europa sería menos crisis si el BCE hubiera tomado una actitud más agresiva: si hubiera comprado más deuda pública en el mercado secundario, si hubiera expandido más la base monetaria y si hubiera bajado más los tipos de interés de los créditos que concede al sistema bancario”.
“En una etapa como la reciente, en la que la inflación brilla por su ausencia", continúa el catedrático del CEU, "probablemente tenía que haber sido un poquito más activo frente a sus accionistas para decirles: ‘Aparte de los medios de pago y de la estabilidad de precios, ¿no convendría también hacer un esfuerzo mayor para que haya más crecimiento y empleo?’”.
Pero esto choca con el mandato que al banco le confieren sus estatutos, en los que el objetivo del crecimiento no figura como algo prioritario, como sí ocurre, por ejemplo, con la Reserva Federal de Estados Unidos. Ante esto, el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia, Joaquín Maudos, se muestra tajante: “Habría que cambiar los estatutos del BCE ¿Queremos que el BCE se ocupe también del crecimiento? Cambiemos los estatutos. Eso cuesta, pero a eso deberíamos aspirar”.
No obstante, incluso con los actuales estatutos, los expertos creen que el BCE ha sido demasiado conservador, pues debería haber hecho más inyecciones de liquidez a los bancos, como las que se aprobaron en diciembre de 2011 y febrero de 2012 por valor de un billón de euros.
“Eso el BCE lo puede hacer de forma ilimitada", sostiene Maudos, "porque tiene una capacidad ilimitada de emitir dinero. Puede comprar a la banca los títulos que haga falta, algunos son deuda pública, incluso deuda hipotecaria. En estos momentos, no hay ningún problema para inyectar liquidez y estimular la economía porque no se generaría inflación”.
¿A qué obedece entonces este comportamiento tan austero durante la crisis? Esta pregunta nos lleva a otra más delicada: ¿el BCE toma sus decisiones con independencia o responde a los intereses de los países con mayor peso económico? Para Morales-Arce no hay duda: “El BCE respira por lo que dicen los países que tienen más protagonismo en el euro, porque son los que más recursos aportan. Si habláramos en términos de banca privada, Alemania sería el mayor accionista”.
UNA UNIÓN "DEFICIENTE"
En los últimos tiempos, hemos visto cómo los mandatarios de países como Francia, España e Italia abogaban por la necesidad de avanzar hacia una unión bancaria europea. La puesta en marcha de un supervisor único, prevista para 2014, parece un primer paso importante en esa dirección, pero los tres catedráticos consultados consideran sería algo insuficiente si no va acompañado de otras reformas importantes.
Dice el catedrático de Economía Financiera de la UNED: “Para que la unión bancaria sea real y no virtual, tendría que descansar sobre tres patas: el mecanismo único de supervisión, el mecanismo único de resolución de la crisis y el sistema de fondos de garantía de depósitos bancarios”.
A este respecto, el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia ilustra con un ejemplo la importancia de contar con un fondo único de garantía de depósitos para toda la eurozona: “¿De qué sirve que el supervisor único detecte un problema en una entidad bancaria de cualquier país de la eurozona si su posible reestructuración exige utilizar financiación de un fondo de rescate nacional? El conflicto de intereses entre la autoridad europea y la nacional está más que asegurado”.
Asimismo, Morales-Arce opina que “la Unión Europea se ha constituido de una forma muy deficiente. Cuando se pone en marcha una unión monetaria debe llevar aparejada una unión bancaria y una unión fiscal y eso no se ha hecho. Se está haciendo ahora, cuando se están viendo las consecuencias de no haberlo hecho antes”. De un modo más rotundo lo expresa Maudos: “El problema de la Unión Económica y Monetaria es que no es ‘unión’, no es ‘económica’ y ya no es tan siquiera ‘monetaria’”.
LA SOLIDARIDAD O EL DESASTRE
Mientras unos países urgen al resto a avanzar hacia una mayor unidad bancaria, financiera y fiscal, otros se resisten a los cambios y tratan de ralentizarlos al máximo, como ha hecho Alemania en la cumbre de octubre, en la que ha retrasado un año la puesta en marcha del supervisor bancario único creando, de paso, un problema a España que tendrá que anotar la ayuda de los 40.000 millones como deuda pública.
“Tenemos la espada de Damocles de Alemania", destaca Pampillón. "Alemania retrasa la supervisión bancaria y la creación de un fondo de garantía de depósitos para todos los bancos de la eurozona”. A juicio de Morales-Arce, retrasar las reformas puede agravar la situación: “Si algún país se opusiera a estas medidas, crearía un gran problema. Cuando en una casa hacen falta recursos porque no se tiene suficiente para la subsistencia, todo lo que sea retrasar, agrava el problema".
En la misma línea se pronuncia Maudos cuando dice: “O estamos dispuestos a la solidaridad o esto no tiene solución. Y aquí Alemania tiene un papel”. Y no solo Alemania, como recuerda Pampillón: “La visión que tienen los alemanes, los finlandeses, los holandeses y los austríacos sobre el resto de los países es preocupante: creen que nosotros somos unos despilfarradores, que no pegamos un palo al agua y que ellos están hartos de pagar. En Francia los economistas ya están alertando del peligro de la ruptura del euro: de que haya un euro del norte y otro del sur. Pero yo creo que eso a los alemanes tampoco les compensaría, porque su euro se depreciaría y exportarían menos”.
Una advertencia a la que se suma el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia: “Alemania también está acusando la crisis, porque si los periféricos hemos tenido que reducir brutalmente el gasto público por culpa de la austeridad que nos imponen, no crecemos y, por tanto, no le compramos a Alemania lo que exporta, y exporta mucho. Alemania tiene mucho mercado en los países periféricos y mucha deuda pública y privada de todos ellos, así que perdería mucho dinero. Por tanto, no le queda más remedio que colaborar porque es un problema compartido”.

Mostrar comentarios