Vivaldi y compañía desafían al caos sonoro del autobús público uruguayo

  • Los ritmos estridentes y los programas de radio altisonantes tienen sus días contados en los autobuses públicos uruguayos gracias a la propuesta de un edil de Montevideo que pretende imponer a los conductores la difusión de música clásica para hacer más amenos los casi siempre engorrosos trayectos.

Raúl Cortés

Montevideo, 22 jun.- Los ritmos estridentes y los programas de radio altisonantes tienen sus días contados en los autobuses públicos uruguayos gracias a la propuesta de un edil de Montevideo que pretende imponer a los conductores la difusión de música clásica para hacer más amenos los casi siempre engorrosos trayectos.

La iniciativa del concejal Jorge Buriani, del bloque oficialista Frente Amplio (FA), será analizada desde este viernes por la Comisión de Movilidad Urbana de la Junta Departamental (el órgano legislativo) de la capital uruguaya.

Buriani pretende crear un reglamento para el decreto que rige actualmente el servicio de transporte público, porque "la normativa ha perdido vigencia" ya que "autoriza sin más que se escuche la radio" y "el uso que se hace es ilimitado".

"Lo que nosotros entendemos es que debería regularse la cantidad de decibelios autorizados, de 15 a 20 como máximo", en coincidencia con las "normas internacionales de bienestar acústico", detalló en una entrevista con Efe.

El edil confía en que la mayoría del izquierdista FA en el legislativo capitalino, 17 de los 31 ediles, asegure la concreción de la propuesta, que sobre todo "tiene que ver con la convivencia ciudadana".

"Hay audiciones radiales que son nocivas para la convivencia ciudadana, como determinada radio religiosa o político-partidaria", denuncia.

Además, "algunos conductores se adjudican el derecho de escuchar una música determinada a un volumen que no es el más adecuado", agrega.

Buriani aclaró que el reglamento impondrá escuchar no solo música clásica sino también "funcional", es decir, la que "ayuda al usuario a sentirse más a gusto" por ser la más "adecuada al uso público de acuerdo al espacio del transporte" y al contexto social.

Sin embargo, prefirió no señalar los ritmos que resultarán proscritos de aprobarse el proyecto, que comportará la "capacitación" y "supervisión" de los conductores, un proceso que promete ser arduo.

"No me gusta, me están imponiendo una cosa que va contra mi voluntad", afirma tajante el conductor Pablo cuando es consultado por Efe sobre la iniciativa.

"A alguno le gusta la música que pongo y a otros no", remata indiferente este conductor veterano que cubre una línea entre el barrio de Pocitos y el centro de Montevideo, al volante de uno de los 1.500 autobuses que recorren la ciudad.

Más receptivo parece su colega Andrés, de la misma ruta, que odia la "cumbia villera" importada de Argentina porque "interfiere con los estímulos del entorno".

Andrés, de unos 30 años, asegura que no le va a importar el cambio porque él escucha una emisora de música tranquila, "la misma que se usa en la sala VIP del aeropuerto de la ciudad", alardea.

"Vamos a bajar un poco la música, que suben a cantar", afirma de pronto con tono flemático al entrar en el vehículo dos músicos ambulantes que bordan "Have you ever seen the rain", de The Cleedence Clearwater Revival y se llevan un buen puñado de aplausos y monedas.

El breve recital acaba resultando un alarde de funambulismo para los artistas por la cantidad de pasajeros que copan el pasillo central, uno de los cuales golpea con su mochila en la cabeza de Andrés.

"La mochila tiene que ir abajo, no a la espalda. Está reglamentado así", le espeta el conductor, que ha perdido parte de su calma.

Buriani asegura que el nuevo reglamento no afectará a los artistas ambulantes, que ofrecen desde conciertos de ópera hasta obras de teatro.

"Todo lo contrario. Creemos que hay que ayudar a que tengan un espacio, aunque sin generar inconvenientes a los usuarios", enfatizó.

Tampoco perjudicará a los vendedores callejeros, que comercian de todo haciendo gala de una pulcra presentación expositiva de sus productos, ni los exdrogadictos que venden estampas para recaudar dinero para los centros de rehabilitación.

El concejal justificó el proyecto por haber recibido "la preocupación de muchos ciudadanos", pero también por su propia experiencia.

Entre los potenciales beneficiarios está Leonor, una mujer que considera "fantástico" el plan porque "la gente irá más relajada".

"A veces vas mal, con dolor de cabeza y no tienes por qué aguantar esa música", se queja.

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