Arranca la pericial del juicio contra Ortiz tras afianzar las pruebas casi cien testigos

Arranca la pericial del juicio contra Ortiz tras afianzar las pruebas casi cien testigos
Arranca la pericial del juicio contra Ortiz tras afianzar las pruebas casi cien testigos
EUROPA PRESS
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En la sesión de hoy comparecerán los peritos especialistas de análisis de la red del Área de Telecomunicaciones de la Unidad de Informática, que hablarán sobre cómo se situó al supuesto agresor sexual en los lugares de las agresiones con el posicionamiento de su móvil.

A lo largo de la pericial, hablarán los peritos del laboratorio de Policía Científica que realizaron el cotejo de las muestras recogidas en el piso de Santa Virgilia, donde Ortiz habría abusado de dos de las menores. Se tiene pruebas fehacientes de que al menos una de ellas sí estuvo ahí. Y se sospecha que también pudo ser agredida la menor secuestrada el 17 de junio de 2014.

En el registro de esta vivienda, propiedad de la madre del acusado y que estaba desocupada en esas fechas, los agentes de la Policía Científica estuvieron catorce horas escudriñando baldosa a baldosa en busca de restos orgánicos y químicos. Hasta ahora, ninguno de los agentes se han pronunciado sobre si los vestigios orgánicos localizados, por ejemplo en un cubre-cochón de la casa, correspondía a alguna niña.

Sin embargo, el sumario sí deja claro que se halló una huella de pisada que pertenecía a una de las zapatillas de la menor agredida el 10 de abril de 2014. También se encontró sangre de esta pequeña y una huella de la palma de la mano.

PRUEBAS INCRIMINATORIAS

A lo largo de las sesiones realizadas han pasado por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid casi un centenar de testigos que han afianzado la acusación de la Fiscalía y de las acusaciones.

Los más de 80 agentes de la 'Operación Candy' han dejad claro que no hay duda de que las agresiones que mantuvieron en vilo a los vecinos de este barrio las cometía un único autor y que éste, según los investigadores, era Antonio Ortiz. "No podía ser otro", afirmó uno de los responsables de las pesquisas, una afirmación que desterró la línea de defensa que mantiene que las agresiones son autoría de diferentes personas.

Su 'firma de autor' acabó con su detención a primera hora del 24 de septimbre de ese año. El mismo 'modus operandi' que tuvo con todas sus víctimas hizo que la Policía le siguiera cada vez más los pasos. Las engañaba bajo la excusa de gastar una broma a sus familiares y, cuando se acercaban a su coche, las daba un empujón y las metía. Las tapaba las boca y las indicaba que se escondieran. Actuaba por impulsos en intervalos de dos meses.

El 27 de agosto de 2014, cinco días después de la última agresión, se le identificó a la salida de su gimnasio, situado en el barrio de Hortaleza. Los agentes buscaban a un varón musculado de entre 30 y 35 años, con pelo rubio o claro y con una verruga en la mejilla izquierda de la cara. Y dieron con él.

Con el aliento policial en su nuca, huyó el 3 de septiembre a Santander, donde se refugió en casa de su tío. En su declaración, éste manifestó que le había ofrecido trabajo a su sobrino, pero que adelantó el viaje porque estaba "agobiado" y quería "cambiar de aires". Le sorprendió que llevaba "bastante equipaje" para un trabajo que apenas iba a durar unos días.

Según el relato de los agentes en el juicio, fue clave la descripción que dieron las niñas, sobre todo las agredidas el 10 de abril y el 22 de agosto. Sorprendió a los investigadores la exactitud de la descripción que dio una de las niñas agredidas en el piso de Santa Virgilia, situado en Ciudad Lineal. Hizo un croquis en los que indicó muchas características del bloque de viviendas, como que en la entrada tenía una especie de portería en referencia a un gálibo de color rojo.

Uno de los jefes de la investigación contó incluso que una noche quiso pasarse él en persona para comprobar si este edificio era el descrito por la menor. Lo hizo horas después de que Ortiz cometiera la agresión de abril de 2014 en ese mismo lugar.

Los rastros biológicos de la pequeña quedaron en un cubre-colchón de plástico. La empleada del hogar de la madre detalló a la sala que nunca se limpió este plástico. Sin embargo, su madre insistió en varias ocasiones a la Sala que ella misma limpió y aspiró el cubre-colcón. Y que incluso le pasó "un cepillito" con amoniaco. El tío de Ortiz, que participó en las obras de la casa, también certificó que ese objeto nunca se limpió.

CAMBIO DE VERSIÓN

En su declaración, la madre del acusado cambió la versión que dio a la Policía y manifestó ahora que nunca le dio en abril las llaves a su hijo. Declaró que las obras acabaron después de abril y que empezaron a llevar muebles entre mayo y junio.

Tenían previsto irse a vivir a esta vivienda en agosto. En alguna ocasión, según afirmó, su hijo iba solo para llevar algún mueble pesado. Según los agentes, la víctima ed abril manifestó que su agresor bajó del coche y, tras regresar, siguieron su camino. Se cree que subió a casa de su madre, en la calle Montearagón, para que ésta le diera las llaves.

También fueron claves los datos que aportó la pequeña agredida en agosto. Esta niña manifestó a los investigadores que, cuando iba escondida en el coche, vio que de las llaves del vehículo colgaba un llavero verde. Este dato indicó que el vehículo podría pertenecer a una empresa de alquiler de coches, un extremo que era cierto.

En el caso de esta niña, Ortiz la llevó a un descampado de San Blas próximo a la M-40. Cuando bajó a la niña del coche tras ser raptada, una mujer pudo ver si rostro. Vio como un hombre musculoso iba con una niña de color. Pensó, será su padre. Coincidieron en el camino y ella observó cómo la niña le seguía como "un perrito". pero dejó de seguirle con su mirada por miedo a que éste le reprendiera. Un día después, los periodistas le comentaron que el pederasta había actuado en este descampado y acudió a la policía. Le identificó sin genero de dudas en la rueda de reconocimiento.

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