Bulgaria elige presidente, unos comicios que medirán el pulso del electorado

Los búlgaros están convocados a las urnas el domingo para una primera vuelta de la elección presidencial que medirá el pulso del electorado y la popularidad a medio mandato del primer ministro conservador, Boiko Borissov, del país más pobre de la Unión Europea.

Borissov designó a la presidenta del Parlamento, Tsetska Tsatcheva, para representar al GERB, partido en el poder, frente a su principal rival socialista, Roumen Radev, un exmilitar de 53 años, considerado como complaciente con Moscú.

Entre los 21 candidatos en liza, Tsatcheva, de 58 años, debería imponerse en la primera vuelta, pero los sondeos pronostican una difícil segunda ronda, el 13 de noviembre. Dos encuestas avanzan incluso una victoria del ex comandante de la Fuerza Aérea.

Borissov, que presenta a Tsatcheva como la "madre de la nación", no parece tomar en cuenta "la falta de carisma" de su protegida, estima el politólogo Dimitar Betchev que no excluye legislativas anticipadas provocadas por el primer ministro en caso de revés electoral, o por sus opositores.

Boiko Borissov, karateka, exguardaespaldas y dirigente de la policía búlgara, dirige desde fines de 2014 un gobierno minoritario que se sostiene por el apoyo de un partido nacionalista, el Frente Patriótico.

Su primer mandato al frente del gobierno terminó abruptamente con una dimisión, a principios de 2013, cuando se sucedían en Bulgaria importantes manifestaciones contra la corrupción y la pobreza, acompañadas por una serie de inmolaciones con fuego.

Desde la reelección de Borissov, a fines de 2014, el país regresó a la estabilidad política. Su mandato termina en 2018.

En la UE como en Moscú se mira con atención todas las elecciones que celebra Bulgaria. Sofía busca mantener un sutil equilibrio entre los dos polos.

Roumen Radev se pronunció claramente a favor de levantar las sanciones europeas impuestas a Rusia por la crisis en Ucrania, estimando en una entrevista que "perdimos mucho designando a Rusia como más o menos un enemigo".

Tsatcheva también se posición por volver a analizar las sanciones, pero fue regañada rápidamente por el primer ministro. En uno de sus últimos mítines, la candidata del gobierno defendió "la orientación europea y euro-atlántica" de Bulgaria.

El presidente saliente, Rossen Plevneliev, adoptó una posición muy crítica con Rusia, país que "intenta debilitar a Europa, dividirla y hacernos dependientes", declaró el viernes en una entrevista con la BBC.

Más allá de los vínculos culturales e históricos entre Bulgaria y Rusia, el sector energético búlgaro es ampliamente dependiente de la poderosa presencia rusa. Este peso económico influencia las posiciones de numerosos partidos y medios, observó el instituto de investigación estadounidense Center for Strategic International Studies (CSIS) en un reciente informe.

La inmigración en este país que es una de las puertas de entrada a la UE también fue tema de campaña, los candidatos la consideraron como una amenaza.

El mismo gobierno alimentó esta inquietud, considerada como "exagerada y manipuladora" por los analistas, pero que hace mella en la opinión pública, según los estudios de opinión.

Bulgaria teme que los migrantes se queden atascados en su país en caso de una aceleración del flujo de solicitantes de asilo que llegan de Turquía si el acuerdo entre Bruselas y Ankara para que ésta contenga las partidas fracasa.

Las capacidades de acogida en Bulgaria ya están saturadas.

La lucha contra la pobreza, la corrupción endémica, la crisis demográfica y el éxodo de la población en este país en donde el salario promedio es de 480 euros por mes, también fueron discutidos en la campaña.

El presidente, elegido por cinco años, desempeña un papel ampliamente protocolario, pero es también la autoridad que nombra a altos responsables de seguridad y de justicia.

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