Según el escrito de acusación, Nuria Blanco Pérez, "inducida por una fuerte depresión posparto", entró en el dormitorio donde estaba la cuna del bebé, aprovechando que el padre estaba fuera de la habitación, e introdujo en la garganta de la recién nacida una bolita de goma y un pendiente de perla con el palo metálico "con el ánimo de acabar con la vida de su hija", ya que hizo la acción mecánica necesaria para que la menor se los tragara "con la finalidad de producir la muerte por asfixia".
La recién nacida logró salvar su vida porque el padre, al ir a cambiar los pañales, encontró otra bolita de goma en las heces de la bebé y porque cuando fue a darle el biberón la niña se encontraba en posición de "hiperextensión corporal" y "cervical", e incluso rechazaba el biberón. Fue entonces cuando encontró la rosca del pendiente de la madre en la cuna.
La menor fue ingresada en el hospital y gracias a las pruebas radiográficas de tórax y abdomen se pudo comprobar la existencia del pendiente en el franco izquierdo que fue expulsado junto con la bola de goma con las heces.
La Fiscalía concluye que "la menor, por estos hechos, estuvo expuesta a un riesgo cierto de muerte por asfixia si los objetos introducidos por la acusada en la boca finalmente hubiesen terminado por acceder a la glotis en vez de al tubo digestivo".
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