Insectos hembra y arañas, los que más pican en primavera y en verano

  • Mosquitos y arácnidos son los animales que más suelen picar en la antesala de la época estival.

    Las medidas preventivas para evitarlos y cómo actuar en casos de picaduras pueden ayudarte si estás planificando una escapada al monte, a la playa o si te preparas para la piscina

Los insectos, siempre molestos en la antesala del verano
Los insectos, siempre molestos en la antesala del verano
D.C.

En estos días las temperaturas cálidas han sucedido a las lluvias constantes registradas durante las pasadas semanas. La primavera parece haberse instalado definitivamente, con la llegada del calor y un clima casi veraniego. Pero, precisamente, cuando los termómetros comienzan a subir, también es frecuente que entren en acción mosquitos y otras 'compañías' clásicas en piscinas, playas y hogares.

Una de las presencias más frecuentes es la de los mosquitos. Son las hembras las que 'chupan' nuestra sangre. Los humanos poseemos una proteína que estos insectos necesitan para la formación de los huevos. En general, suelen ser picaduras leves que no dan mayores problemas, aparte del incómodo picor que puede durar varios días.

La que sí resulta dolorosa es la picadura de avispas, otros de los insectos que más atacan con la llegada del calor. Pican siempre como método de defensa ante lo que ellas entienden como una agresión. Por eso es conveniente no realizar movimientos bruscos cuando detectamos su presencia, para quitárnoslas de encima.

Si estás por preparar una excursión, planificas una salida al campo o al monte, ya estás pensando en la playa e incluso te preparas para disfrutar de una agradable jornada en la piscina, es recomendable que adoptes determinadas medidas de precaución para evitar los ataques de determinados insectos o arácnidos.

Las arañas, sin dudas, son las que más problemas suelen acarrear. Pueden producir más de una mordedura. La peligrosidad no reside en su veneno en sí, sino en la posible reacción alérgica que puede sufrir el afectado. Una de las más temidas es la 'araña reclusa'. De tamaño pequeño, entre uno y dos centímetros, se incluyen en el género Loxosceles, que recoge aproximadamente unas 70 especies distintas en todo el mundo. Entre las arañas más conocidas de este género se encuentran varias especies que pueden presentar algún riesgo sanitario para el hombre.

Entre los síntomas de la picadura de araña destacan el dolor e inflamación en forma de ampolla blanca y firme, enrojecimiento y picor local. En caso de reacción alérgica, causan picor generalizado e inflamación de labios y lengua, malestar general, dolor de cabeza y de estómago, sudoración y dificultad para respirar. También pueden ocasionar trastornos respiratorios y cardíacos.

Las orugas, por su parte, también afloran con frecuencia con el calor. En España es común la Procesionaria del Pino, caracterizada por marchar en fila hacia los árboles. Estas orugas liberan unas vellosidades urticantes que pueden afectar a la piel y a las vías respiratorias. Además, el contacto directo produce ampollas y enrojecimiento acompañados de picor. Se recomienda que las personas alérgicas eviten los bosques de coníferas infestados de procesionaria.

Las garrapatas son otros intrusos comunes en la antesala del verano. Estos parásitos se sitúan sobre la piel del hospedador y se alimentan de su sangre. Existen varios mecanismos por los que la garrapata produce lesiones en el hospedador: la lesión por la acción de sus piezas bucales en la piel, los efectos tóxicos (ya que su saliva contiene enzimas y neurotoxinas) y la transmisión de otras enfermedades.

No debemos arrancar la garrapata de cuajo ni con pinzas, ya que sólo eliminaremos parte del cuerpo, dejando la cabeza del animal bajo la piel, con el consiguiente riesgo de infección. Acudiremos a un centro médico para que sea retirada y controlen la lesión.

Los escorpiones, en determinados lugares y circunstancias, también pueden ocasionar riesgos eventuales. Pertenecen a la clase de los arácnidos. La gran parte del día lo pasan refugiados bajo troncos o rocas. La picadura está acompañada de fuertes dolores y picores que se irradia por el resto de la zona afectada. Normalmente, las consecuencias de las picaduras no pasan de lo descrito, pero en población de riesgo o si el veneno alcanza el torrente circulatorio puede producir sudoración, taquicardia, hipotensión y obnubilación.

Finalmente, en montes y espacios concretos de vegetación, habitan serpientes. La mordedura de una serpiente venenosa se caracteriza por la presencia de dos pequeños orificios sangrantes, mientras que las mordeduras de serpientes no venenosas presentan una serie de puntos sangrantes en hilera, sin dolor ni inflamación importante al no haberse inoculado veneno. A ser posible debemos identificar el tipo de animal que causó la mordedura.

Para ello, tenemos que saber diferenciar las víboras, siempre venenosas, de las culebras, inofensivas en su gran mayoría.  Entre los síntomas de picadura destacan el edema de formación rápida que progresa hacia la extremidad y el enrojecimiento en torno a los puntos de mordedura (en casos graves puede evolucionar a ampolla o necrosis).

La lesión es muy dolorosa e hipersensibiliza a la palpación y movilidad articular, además de causar náuseas, vómitos y mareos. Rara vez genera trastornos respiratorios o cardiacos, excepto por reacción alérgica.

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