Colores morados que brotan por doquier (hasta en los reflectores externos del teatro Goya de Madrid, que los organizadores piensan encender cuando caiga la noche), luces con la misma totalidad en el sector reservado a los políticos, banderas e inscripciones en el centro de la escena con el ya clásico “La sonrisa de un país”, el escenario bastante pequeño al que ya apuntan decenas de cámaras de televisión y algunos seguidores abroquelados a la entrada de la sede, estas son las primeras postales en el búnker de Unidos Podemos, que aún aguarda por sus principales referentes.
Algunos simpatizantes permanecen en la calle, coreando las típicas canciones de todos los actos de la formación de Pablo Iglesias, (“El sí se puede” se entona una y otra vez, de manera intermitente).
El espacio central del lugar ya está abarrotado por los medios de comunicación. En los pasillos las chicas de la organización que asisten a la prensa no encuentran respiro: dan instrucciones permanentes a las cámaras de televisión, repiten una y otra vez el organigrama del día electoral, comentan a la hora prevista que llegará Pablo Iglesias y en sus semblantes se nota cierta tensión inevitable para intentar acomodar a los periodistas que no paran de moverse.
Más allá de todo, aquí se respira auténtica adrenalina. Una colega periodista de un medio de comunicación digital intenta cándidamente acceder al sector VIP, reservado para los políticos. Un vigilante de seguridad le prohíbe, obviamente, el paso. Allí, pasadas las 19.30 horas, comenzarán a llegar los referentes de la cúpula de Podemos.
En el centro de la escena, el escenario y un monitor de TV que muestra en directo la programación de TVE1. En breve, comenzará a emitir los actos de Podemos a lo largo de sus últimos años, desde Carabanchel (Madrid) hasta Barcelona, pasando por el último grande, el cierre de campaña.
Después de 14 días frenéticos, de mítines, visitas a platós, entrevistas a toda hora, ha llegado la hora de la verdad. Seis meses después, las imágenes en el Teatro Goya se repiten una a una como cuando fue la jornada de aquel domingo del 20-D.
Sin embargo, en aquella oportunidad, Podemos era solo Podemos, no Unidos Podemos, e Izquierda Unida era un rival, no un aliado. Además, Iglesias y compañía no esperaban aún la posibilidad de convertirse en la segunda fuerza política del país. Hoy sueñan con eso, aferrados a los números de las encuestas.
Aquí, en los pasillos, se habla de sorpasso pero también de las consecuencias del Brexit. Mientras tanto, alguien del equipo de Iglesias comienza de pronto a danzar agitando sus brazos en el exterior del recinto, mientras otro compañero, que fuma recostado sobre un cantero, le advierte irónicamente que se parece “a Soraya”, en alusión a la vicepresidenta del Gobierno en funciones que en el cierre de la campaña electoral del PP en la Plaza de Colón se colocó frente a la mesa de mezclas de DJ 'Pulpo'.
Miro hacia un costado. Alguien lleva bajo el brazo el peculiar programa electoral de propuestas que la coalición de Podemos e IU ha decidido lanzar, imitando el famoso catálogo de IKEA. Sin embargo, no se observan ejemplares en el centro de prensa.
De pronto, desde algún móvil alguien pone a máximo volumen la música que la formación (ahora 'rojimorada') elige siempre para sus mítines. Es ochentera, pero después se oye la banda sonora de 'Los Cazafantasmas', de 'El Equipo A' y hasta la de los famosos dibujos de 'Oliver y Nenji',
Todas estas piezas han sido las preferidas por Pablo Iglesias y su equipo para presentarse ante sus votantes en los últimos meses.
Finalmente, tres mujeres que esperan a las puertas del Teatro Goya no pueden evitarlo. Son vecinas del barrio. Me preguntan al pasar, mientras salgo por unos instantes a la calle, a qué hora vendrá “el Coletas” y si aparecerá “la novia modelo” de Errejón. Antes de que les responda, un señor ya entrado en años, que aguarda por la llegada de los líderes políticos, le espeta serio: “Señora, aquí no vinimos a eso. Aquí soñamos con cambiar este país”.
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