A la tercera son ejecutados, advierte la guerrilla en el sur de Tailandia

  • Canela Narathiwat (Tailandia), 11 nov.- A la tercera son ejecutados. La guerrilla musulmana advierte de que sólo avisa dos veces a los informantes de los militares o las autoridades en el olvidado conflicto del sur de Tailandia.

Gaspar Ruiz-Canela

Narathiwat (Tailandia), 11 nov.- A la tercera son ejecutados. La guerrilla musulmana advierte de que sólo avisa dos veces a los informantes de los militares o las autoridades en el olvidado conflicto del sur de Tailandia.

"No somos terroristas porque no vamos aterrorizando y matando a cualquiera y tampoco separatistas porque sólo defendemos lo que es ya nuestro", explica Abu Hafez Al-Hakim, miembro del ala política del Frente Islámico para la Liberación de Patani (BIPP, en sus siglas en malayo).

"Somos luchadores de Patani", añade Al-Hakim, de 60 años, en una entrevista con Efe en un pueblo malasio cercano a la frontera tailandesa donde se exilió en 2004, cuando los insurgentes recrudecieron la lucha armada en el sur musulmán de Tailandia.

El militante asegura que los luchadores ("juwae", en malayo) no atacan a civiles ni a profesores a no ser que sean informantes y sólo cuando se les ha avisado más de dos veces para que cesen sus actividades.

"La pregunta para saber la autoría es: '¿quién se beneficia de ese ataque?", afirma.

"Nos organizamos de una forma piramidal. Entrenamos a las células que están en el territorio (Tailandia) y les indicamos los objetivos, pero ellos son los que deciden cómo y cuándo", explica Al-Hakim, quien niega que las células actúen de forma independiente.

Más de 6.000 personas, en su mayoría civiles musulmanes o budistas, han muerto en los últimos diez años en el sur tailandés, a pesar del despliegue de unos 150.000 soldados, policías y paramilitares y la vigencia de la ley marcial y el estado de excepción.

Los tiroteos y atentados con bombas se producen cada semana en las provincias de mayoría malayo-musulmana Pattani, Yala y Narathiwat y son normalmente atribuidos a los rebeldes, aunque éstos nunca reivindican los ataques.

"Es una estrategia para confundir a las autoridades y para que les sea más difícil rastrear a los atacantes", explica Al-Hakim, quien agrega que las autoridades y los locales saben en realidad si la "acción" la cometió la guerrilla, alguna banda criminal o incluso el Ejército.

Al-Hakim, que estudió medicina en Egipto y es miembro de la guerrilla desde hace cuatro décadas, lleva una vida aparentemente corriente en Malasia, aunque sabe que sus pasos son vigilados por los servicios de inteligencia.

"No puedo -asegura- volver a Tailandia, es demasiado arriesgado. El mes pasado asesinaron en Banare (Pattani) a un profesor que era un miembro veterano del BRN (Frente Revolucionario Nacional)", el principal grupo insurgente malayo-musulmán.

Las guerrillas musulmanas en Tailandia se formaron en su mayoría hacia los años 60 del siglo XX, aunque las causas del conflicto se remontan a la invasión del sultanato de Patani por Siam (actual Tailandia) en 1785 y a su completa anexión en 1909.

Otras agresiones denunciadas por los nacionalistas malayos son más recientes: en octubre de 2004 murieron al menos 85 manifestantes, la mayoría sofocados al ser hacinados unos sobre otros en camiones, durante una redada de las fuerzas de seguridad en Tak Bai, en la provincia de Narathiwat.

Aunque el Estado pagó indemnizaciones a los familiares y los supervivientes, nadie ha sido juzgado hasta ahora.

"Defendemos la justicia, la cultura y la dignidad de los malayos, una lucha que dura más de diez años, se remonta a hace 200", precisa el insurgente, sentado en un pequeño restaurante no lejos de la frontera tailandesa.

"Yo soy miembro del ala política y creo que la solución no se alcanzará por las armas, pero a veces sólo te escuchan cuando hay violencia. Mejor sentarnos ahora a negociar que dentro de diez años", declara Al-Hakim.

En las negociaciones de paz de 2013, el BRN pidió el reconocimiento de la nación malaya y el derecho a tener mayor autonomía, sin citar la independencia, aunque el proceso se encuentra suspenso desde entonces.

Otras demandas se refieren a la defensa del malayo y el yawi, su escritura con caracteres árabes, así como la liberación de los rebeldes detenidos por las autoridades tailandesas.

Con respecto a la "sharia", el militante no oculta su admiración por países como Arabia Saudí donde, en su opinión, el crimen es mucho menor que en otros lugares debido al efecto disuasorio de la ley islámica.

"Es una buena ley, a quien roba le cortan la mano y si matas te cortan la cabeza. Menos gente robará y matará", dice, aunque subraya que la ley sólo se aplica cuando no hay duda de la culpabilidad del condenado, incluidos los adúlteros condenados a morir apedreados.

"No en todos los países musulmanes se aplica igual la 'sharia', en Patani tendremos que elegir nuestro modelo también", concluye.

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