A prisión por matar en Gijón a un hombre al que había conocido estando en prisión

Alberto A.A. había sido condenado, cuando tenía 20 años, a una pena de 15 años de prisión. /RTPA
Alberto A.A. había sido condenado, cuando tenía 20 años, a una pena de 15 años de prisión. /RTPA

El Juzgado de Instrucción número 5 de Gijón ha acordado este sábado el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para el detenido por la muerte violenta de un hombre en su casa de Gijón, acusado de un delito de homicidio, ha informado a Efe un portavoz del Tribunal Superior de Justicia de Asturias.

Durante la madrugada del pasado jueves la mujer de la víctima, de 62 años, encontró el cadáver de su pareja en su domicilio con varios traumatismos, investigación de la que se hizo cargo la Guardia Civil. Ese mismo día, los agentes lograron, con los datos aportados, identificar y detener a Alberto A.A., de 40 años, por su presunta autoría en el crimen.

La víctima y su presunto asesino se conocían porque habían coincidido cuando cumplían sus respectivas condenas en el Centro Penitenciario de Asturias, según han indicado fuentes policiales.

Alberto A.A. había sido condenado, cuando tenía 20 años, a una pena de 15 años de prisión por asesinar, en el año 1999, a un indigente con el que había discutido por el lugar que cada uno debía ocupar para pedir limosna a las puertas de una iglesia en Bilbao.

El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Bilbao era el actual ministro de Interior en funciones, Fernando Grande Marlaska, quien ordenó su ingreso en la cárcel prisión de Martutene tras confesar su autoría en el crimen.

Un crimen sin piedad

Según el relato de su primer crimen, recogido por la Radiotelevisión del Principado de Asturias, tras discutir por el sitio que debían ocupar para pedir limosna, Alberto A.A., insultó a la víctima, la agarró por detrás del cuello con la mano izquierda, mientras con la derecha "le pegó un puñetazo y le dijo que le iba a matar" y le llevó hasta las vías de la estación de Feve en Basurto.

En la estación, ordenó a la víctima que se sentara, cogió un cinturón, le ató los pies y las manos y seguidamente le dio "cuatro o cinco veces en las piernas" con un palo de madera, según la sentencia. A continuación, cogió un hierro oxidado del suelo, de unos 20 ó 30 centímetros, y "se lo metió en la boca hasta la garganta", le cogió por la nariz y le obligó a abrir la boca y lo repitió en tres ocasiones, "incrustándoselo".

Más tarde, se dirigió al muro cercano que separa las vías de la calle y se fumó un cigarrillo y al ver que la víctima, boca abajo, no se movía y respiraba con dificultad, le pisó la cabeza y arrojó tres piedras, le tapó con una alfombra que había en el lugar, cogió su chaqueta, le prendió fuego con un mechero y la arrojó sobre el cuerpo.

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