Agricultores y campesinos en la revolución burguesa en Bangkok

  • Canela Bangkok, 22 ene.- Además de urbanitas con bolsos de marca y móviles último modelo, las protestas antigubernamentales en Bangkok también son secundadas por agricultores y campesinos del sur molestos por la falta de ayudas del Gobierno.

Gaspar Ruiz-Canela

Bangkok, 22 ene.- Además de urbanitas con bolsos de marca y móviles último modelo, las protestas antigubernamentales en Bangkok también son secundadas por agricultores y campesinos del sur molestos por la falta de ayudas del Gobierno.

Las manifestaciones han sido calificadas como la "revolución de las élites" o las "protestas de diseño", pero parte de los que pasan las noches en tiendas de campaña son granjeros y trabajadores de las provincias sureñas.

El mínimo común denominador de todos ellos es la oposición al Gobierno interino y al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, al que acusan de dirigir los resortes del poder desde el exilio, donde elude una condena por corrupción.

Suchat, un agricultor de caucho procedente del sur, ni siquiera dirige sus quejas contra la jefa del Ejecutivo en funciones, Yingluck Shinawatra, sino contra su hermano Thaksin, el millonario depuesto en un golpe militar en 2006.

"Thaksin no ayuda a los productores de caucho. Tenemos muchos problemas en el sur, pero nunca nos ha ayudado. El precio del caucho ha bajado mucho", señala a Efe Suchat, de 57 años.

Este agricultor recorre más de 780 kilómetros cada vez que viaja de su casa en el sur a las protestas de Bangkok, donde pasa entre 5 y 7 días acampado y luego vuelve a atender sus plantación de caucho de 3,2 hectáreas en la provincia de Nakhon Si Thammarat.

Para Suchat, los gobiernos de Thaksin y sus aliados destinan las ayudas a sus feudos electorales en las provincias del norte y noreste del país e ignoran los problemas en el sur, donde se concentran los votantes de la oposición.

El año pasado, miles de agricultores se manifestaron en Nakhon Si Thammarat y otras provincias del sur para exigir al Gobierno que garantizase un precio mínimo del caucho, cuyo valor se ha depreciado mucho en los últimos años.

Sin embargo, no llegaron a un acuerdo y las movilizaciones terminaron en enfrentamientos con decenas de heridos entre los agentes del orden y manifestantes.

"Cuando le pedimos ayuda al Gobierno, nos envía a la Policía para que nos dispare", lamenta Suchat, vestido con un sombrero y gafas negras y al cuello un silbato, el símbolo de las protestas antigubernamentales.

Pese a la creciente violencia en las manifestaciones de Bangkok, donde han muerto nueve personas desde el pasado noviembre, el productor de caucho afirma que no tiene miedo y acusa al Gobierno de las granadas lanzadas contra ellos que han causado un muerto y decenas de heridos en los últimos días.

En 2011, las autoridades aprobaron un plan de subsidios para garantizar los precios del arroz, una medida criticada por la oposición, que ha acusado al Gobierno de promover la corrupción y dañar la economía del país.

Thawat, otro manifestante de Nakhon Si Thammarat, protestas por que las autoridades se niegan a garantizar un precio de 120 bat (3,7 dólares o 2,8 euros) por kilogramo de caucho y por otro lado "invierten cientos de millones para comprar arroz".

Desde el pasado noviembre, cuando llegaron a congregar como mínimo 100.000 personas, las protestas han ido perdido afluencia y en este momento se ven a sólo unos miles de manifestantes en los diferentes campamentos instalados en la capital.

Los seguidores sureños, incluidos muchos musulmanes, acampan en tiendas mientras que los profesores, doctores y otros profesionales de clase media se presentan después del trabajo para asistir a los discursos de su líder, Suthep Thaugsuban.

En la cúspide de las protestas se sientan las élites cercanas a la monarquía y el Ejército, muchos procedentes de los clanes que han dominado históricamente la economía tailandesa, frente a los nuevos millonarios como Thaksin.

Una de las reivindicaciones de muchos manifestantes es que la opinión, y muchas veces también el voto, de los tailandeses procedentes del medio rural debería valer menos que el de los habitantes en los centros urbanos.

"Muchos tailandeses, sobre todo procedentes del medio rural, no entienden bien la democracia", dijo en una entrevista Chitpas Bhirombhakdi, una de las líderes de las protestas e hija del magnate de la cerveza Singha.

El padre le ha pedido a Chitpas que use el apellido de su madre, Kridakorn, para que no perjudique sus empresas.

A pesar de la declaración del estado de excepción en Bangkok y partes de las provincias colindantes, los manifestantes se mantienen desafiantes con las protestas para impedir las elecciones del próximo 2 de febrero.

Exigen la creación de un consejo no electo que reforme el sistema político, que consideran corrupto, antes de acudir a las urnas, un proceso que puede durar entre 12 y 15 meses.

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