Alegría moderada en Clacton-on-Sea, feudo de los euroescépticos, tras el Brexit

Clacton-on-Sea es una tranquila ciudad costera del sureste de Inglaterra, con sus gaviotas, sus casinos sin clientes y su paseo marítimo, y cuyos habitantes, orgullosos de la victoria del Brexit, reconocen que los buenos tiempos tardarán en llegar.

En esta localidad, donde el Brexit obtuvo mayoría absoluta, Pauline, de 87 años, y su hermana Margaret, de 85, pasean lentamente por el paseo marítimo, cada una con su deambulador, bajo un suave sol de verano.

La mayor votó a favor de la salida de la UE, la segunda en contra. Ninguna de las dos quiere abordar el tema para no pelearse, pero Margaret no puede evitar el primer comentario: "Los resultados son demasiado ajustados" para llevar a cabo este cambio histórico.

Pauline no puede estar más satisfecha. "Prefiero gastar mi dinero en mi país, no fuera". Margaret la interrumpe: "Mejor diablo conocido...".

Su hermana se va. "Está feliz, yo no", murmura Margaret.

Clacton tiene la reputación de ser la ciudad más euroescéptica del Reino Unido: un 69,5% de sus electores votó a favor del Brexit, un 30,5% a favor de quedarse en la UE.

Esta localidad costera es también el feudo del único diputado del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), elegido por una población mayoritariamente anciana, blanca y de origen obrero.

No se puede decir que la ciudad esté sumergida de turistas. Las máquinas tragamonedas lucen vacías, el muelle que se adentra en el mar está excesivamente tranquilo.

Christine Mason, de 58 años, votó por la salida de la UE. "No me gusta [el primer ministro] David Cameron. No creo que cambie muchas cosas, pero como mínimo sabía que dimitiría".

Es un "cambio" necesario, dice Terry Lovadaw, supervisor de 57 años, en una de las tiendas de la arteria principal.

"Habrá más empleos, se va a poner un freno a la inmigración", asegura, en referencia a la nueva e histórica etapa que se abre para su país. Sueña que los otros países europeos imiten al Reino Unido.

"Creo que hay que darle su oportunidad a Inglaterra. De aquí cuatro, cinco años, estaremos mejor", añade.

Elaine Norman, de 61 años y Sylvia Middleditch, de 63, también son hermanas. Ambas votaron por el Brexit y también consideran que "salvaron" a su país.

"No tiene nada que ver con los inmigrantes", asegura Elaine. El problema es que "no hay ni infraestructuras ni trabajo para nadie, ni para los británicos ni para los europeos", dice.

El Reino Unido ya no pertenecía realmente al grupo de 28 países, cree.

A la pregunta de qué significa Europa para ellas, responden "¡promesas, promesas y más promesas!".

"Será duro, muy duro, pero vamos a tener nuestras propias fábricas, nuestras propias infraestructuras. Necesitamos diez años", asegura convencida Elaine. "No vamos a estar peor, eso está claro, y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos se beneficiarán".

Ambas critican la supuesta indiferencia de los más jóvenes. "Son apáticos, nosotros nos acordamos de cómo era antes. Ellos no ven el futuro...".

Los jóvenes se muestran huidizos, no quieren hablar o aseguran que no votaron.

Robin Francis, constructor de 52 años, no tiene problemas en hablar. "Aquí falta espacio. No queremos que vengan todos los extranjeros". Así que está feliz: "Hemos ganado. Hemos vuelto a encontrar a nuestra Gran Bretaña".

"De aquí cinco años volveremos a estar de pie", vaticina. Las cosas quizás no cambiarán de la noche al día, pero al menos "las fronteras serán claras".

Delante de la estación de tren, Evie Allan, de 15 años, piensa exactamente lo contrario. La joven no pudo votar, pero le hubiera gustado que su país siguiera siendo europeo.

"Yo solo he conocido esto, no sé lo que nos espera. Gran Bretaña lo lamentará", cree.

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