Asociación universitaria resiste la mordaza de la junta militar de Tailandia

  • Solero Bangkok, 23 jul.- Dos meses después del golpe de Estado en Tailandia, las voces contrarias a la junta militar han sido silenciadas casi al completo, a excepción de unos pocos activistas, periodistas y una asociación universitaria que arriesga su libertad expresando sus opiniones en redes sociales.

Ricardo Pérez-Solero

Bangkok, 23 jul.- Dos meses después del golpe de Estado en Tailandia, las voces contrarias a la junta militar han sido silenciadas casi al completo, a excepción de unos pocos activistas, periodistas y una asociación universitaria que arriesga su libertad expresando sus opiniones en redes sociales.

El Centro Estudiantil para la Democracia en Tailandia (TSCD, sus siglas en inglés) alcanzó repercusión mediática por repartir sandwiches para defender los derechos fundamentales, acción que junto a los tres dedos levantados de la saga "Los Juegos del Hambre" y otras pocas más se han convertido en un símbolo de los antigolpistas.

Bajo el seudónimo Anut R., uno de los miembros de este grupo, explicó para Efe como la defensa de sus principios democráticos les ha llevado a exponerse a las represalias de la junta militar.

"Ya no podemos actuar públicamente, nos enfrentamos a un gran peligro si volvemos a hacerlo", afirmó Anut R. en el restaurante de uno de los grandes centros comerciales de Bangkok.

"Ahora nos centramos en las redes sociales" aclaró el universitario.

El pasado viernes, Nanthapong Bunponguno, uno de los miembros de la organización, fue detenido por segunda vez y obligado a permanecer incomunicado cuatro días, hasta su liberación ayer, celebrada por algunos activistas a través de internet.

El grupo estudiantil indicó en un comunicado horas después del arresto de Bupongguno que "no tolerara ninguna otra acción del Ejército que no respete la vida y la libertad de la gente".

El TSCD está compuesto por unos veinte estudiantes de asociaciones de diferentes universidades, 10 de los cuales fueron detenidos tras demostraciones en las que repartían "sandwiches por la democracia" o leían en público la novela 1984, de George Orwell.

Desde que la ley marcial se impuso en Tailandia el pasado 20 de mayo, las reuniones políticas de más de 5 personas están prohibidas y la censura en medios y redes sociales se ha recrudecido para imposibilitar cualquier tipo de crítica.

Para Anut, uno de los estudiantes que han sido detenidos y liberados, el descontento contra esta situación existe en parte de la sociedad, y recordó que, "los primeros días después del golpe de Estado las protestas fueron espontáneas. Eso fue algo bonito".

Otros focos de disidencia han sido apagados con citaciones a comparecer frente a la autoridad militar y detenciones selectivas que la ley marca en un máximo de siete días, para "corregir la actitud" de líderes políticos y otras figuras con influencia mediática.

Las dos principales facciones políticas en Tailandia están compuestas por los "camisas rojas", en su mayoría pertenecientes al medio rural y seguidores del exprimer ministro exiliado Thaksin Shinawatra, y por los "camisas amarillas", apoyados por la élite empresarial y por la mayoría de la clase media urbana.

"Los 'camisas amarillas' piensan que apoyamos a los 'camisas rojas' pero no es así", exclamó Anut tras afirmar que no se alinean con ningún partido político.

"Mi madre es partidaria de los 'camisas amarillas', ella piensa que Thaksin nos da financiación", detalló el universitario.

Un periodista de la cadena Voice TV, cerrada durante varias semanas tras la intervención militar, apostó también por las redes sociales como único método de protesta posible ya que considera que la junta esta anticuada y tiene métodos "de la guerra fría" a la hora de aplicar la cibercensura.

Días después del golpe de Estado, el acceso a Facebook estuvo cortado durante unas horas y, aunque la junta militar negó cualquier responsabilidad, el director de Telenor, una de las grandes compañías de telecomunicaciones que operan en Tailandia, confesó que recibió ordenes de las autoridades militares para clausurar ese medio.

Aunque el Centro Estudiantil para la Democracia en Tailandia manifestó su "esperanza en las redes sociales", también reconoció que es el único grupo que continúa activo.

"Conozco a algunos activistas de los 'camisas rojas' que dijeron que si el golpe de Estado tenía lugar comenzaría una guerra civil, pero cuando pasó simplemente desaparecieron, no hemos sabido de ellos desde entonces", manifestó Anut mientras a su alrededor el ajetreo de los restaurantes y tiendas apagaba su voz.

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