Barakat: el movimiento argelino que dice "basta" al régimen político

  • Amira Buraui, ginecóloga de 38 años y madre de dos hijos, se ha convertido en la imagen pública de Barakat, un pequeño movimiento contestatario argelino nacido el 1 de marzo para decir "basta" al régimen político y a la corrupción y para instar a la creación de un "Estado de derecho y democrático".

Jorge Fuentelsaz

Argel, 14 mar.- Amira Buraui, ginecóloga de 38 años y madre de dos hijos, se ha convertido en la imagen pública de Barakat, un pequeño movimiento contestatario argelino nacido el 1 de marzo para decir "basta" al régimen político y a la corrupción y para instar a la creación de un "Estado de derecho y democrático".

"Barakat (suficiente en dialecto argelino) es un sentimiento argelino de amor por nuestro país", declara a Efe Baraui en unas oficinas del centro de Argel que hacen las veces de sede improvisada de este joven movimiento civil.

La activista, que derrocha pasión cuando habla de Barakat, explica que todo comenzó cuando el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, decidió presentar su candidatura a las elecciones presidenciales del 17 de abril, con la intención de albergar un cuarto mandato.

Buraui relata "que el primer temblor de tierra" que dio origen a esta protesta se remonta a noviembre de 2008, cuando el Parlamento a instancias de Buteflika aprobó una reforma para suprimir la limitación de dos mandatos presidenciales que estipulaba la Carta Magna.

Esta "violación de la Constitución" como la define la portavoz de Barakat, llevó a la gente a movilizarse en pequeños grupos, después a conocerse a través de las redes sociales y más tarde en las comisarías en las que eran detenidos.

"En las comisarías se han hecho muchos contactos, porque hemos conocido a gente que comparte nuestras ideas", comenta con sorna Buraui.

En la sede, donde preparan los carteles contra el régimen argelino que pretenden usar en la manifestación programada para mañana, sábado, en el centro de Argel, también han organizado una reunión para resolver la estructuración del movimiento a nivel nacional.

"Nos han llamado de muchas provincias para unirse al grupo y, desde aquí ponemos en contacto a la gente de cada zona para que se organice", explica.

Las salas de las oficinas apenas tienen mobiliario, en todas pequeños grupos de personas entran y salen y se hacen y se deshacen discutiendo de la situación política, del movimiento, de la manifestación de mañana o de cualquier cosa.

"Barakat es una idea nueva, pero el rencor contra el poder viene de lejos", subraya Baraui.

Para ella, la decisión de Buteflika de presentarse de nuevo a las elecciones en algo "intolerable".

"El cuarto mandato es el símbolo del fracaso del sistema (...) que considera que el pueblo no tiene la madurez suficiente, pero el pueblo argelino tiene derecho, como todos los pueblos, a la dignidad y a la libertad", declara antes de confesar que, a pesar de su proyección mediática, no tiene la intención de convertirse en el icono del movimiento.

Según la activista "el poder ha mantenido callada a la sociedad civil durante mucho tiempo con la política del palo y la zanahoria", pagando por su silencio con el "dinero sucio" del petróleo o golpeando a quienes no se dejaban corromper.

"Queremos una Argelia libre en la que se respete la justicia, queremos un Estado de Derecho y democrático" vuelve a insistir haciendo hincapié en cada una de las sílabas de la palabra democrático.

Buteflika, que fue elegido presidente por primera vez en 1999 en unas elecciones multipartidistas con él como único candidato, sufrió el pasado abril un accidente cerebrovascular que le ha afectado visiblemente a la salud y que ha levantado numerosas voces criticas contra sus deseos de continuar en el poder.

"No reconocemos las elecciones, son una farsa electoral mediante la que tratan de entronizar a Abdelaziz Buteflika para después imponer un vicepresidente que va a dirigir el país", dice Buraui.

Paralelamente a Barakat, la arena política ha sido testigo del nacimiento de una plataforma de cinco partidos opositores que instan al boicot electoral y a la reforma de la Constitución.

No obstante, Buraui reclama que Barakat es "un movimiento civil sin color político".

"El movimiento está abierto a todos, pero a los miembros de los partidos les pedimos que cuando entren se dejen la gorra fuera", aclara mientras saluda a un nuevo grupo que entra en las oficinas.

También explica que Barakat no tiene relación con el movimiento surgido a principios de 2011 al abrigo de la Primavera Árabe. Según explica, las manifestaciones de entonces fueron organizadas por partidos.

"Mientras los partidos son jugadores de la política, nosotros queremos instaurar una regla política. Barakat no es un jugador. Para que comience el juego primero tiene que haber reglas democráticas", expone la joven ginecóloga.

La portavoz reconoce que el fantasma del conflicto civil que asoló Argelia en los años noventa siempre ronda los espíritus de los argelinos que, además, son testigos de la situación que viven los sirios y los libios tras sus revoluciones.

"Respetamos ese miedo, pero no la cobardía", exclama la portavoz de Barakat para quien las autoridades argelinas proponen "una estabilidad inestable y una seguridad momentánea a cambio de dirigir el país de una manera totalmente opaca".

"Nosotros queremos la transparencia y la seguridad, no queremos que nos obliguen a elegir entre los dos", dice Buraui, antes de mostrar su convencimiento de que si esta situación continúa desembocará en violencia.

"El Estado y el poder buscan una guerra civil. El señor Abdelaziz Buteflika se vanagloria de haber sido el hombre que ha traído la paz, ¿por qué resiste en el poder en su estado (de salud) y en el estado en el que se encuentra hoy Argelia hasta el punto de traer la guerra?", se pregunta.

Para ella, las desestabilizaciones en la región han ocurrido porque "los dictadores no quisieron marcharse"

"Pero una vez que una revolución es sangrienta se vuelve incontrolable" apunta, antes de aclarar: "Por eso, nosotros abogamos por una revolución de la prudencia y de la meritocracia. Queremos que los mejores de entre nosotros nos gobiernen y queremos elegirlos.

Mostrar comentarios