Tras seis meses de audiencias, un tribunal de Mersín (sur) reconoció culpables al principal acusado, Ahmet Suphi Altindöken, y a sus dos cómplices, su padre Necmettin Altindöken y su amigo Fatih Gökçe, y les impuso una condena de cadena perpetua agravada, según los medios.
Esta sentencia, la más alta en Turquía desde la abolición de la pena de muerte en 2002, significa que los tres hombres deberían pasar al menos cuarenta años entre rejas, según un abogado de la familia de la víctima, Efkan Bolaç.
Según la investigación, Altindöken hijo, un conductor de autobús, violó, mató y quemó, con la ayuda de sus dos cómplices, el 13 de febrero pasado a Özgecan Aslan, una estudiante que iba en el autocar de la universidad a su casa de Tarsis, una pequeña ciudad al sur del país.
Varias decenas de miles de personas se manifestaron en toda Turquía en los días siguientes al asesinato de la joven.
La oposición y los movimientos feministas cuestionaron entonces directamente al presidente Recep Tayyip Erdogan y a su gobierno, acusados de alimentar la violencia contra las mujeres por sus prejuicios religiosos.
Según la plataforma para el cese de la violencia machista, 258 mujeres fueron asesinadas por un marido, un compañero o un hermano en lo que va de año y 286 en 2014.
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