Cae en barcelona un clan familiar que prostituía a mujeres y les obligaba a robar


La Policía Nacional ha desarticulado un grupo familiar dedicado a la explotación sexual de mujeres en el barrio del Raval de Barcelona y en dos clubes de alterne de Terrassa (Barcelona) y Lérida. Algunas de las víctimas eran también obligadas a robar en el Metro de la capital catalana.
Según informó la Policía, se ha detenido a 10 personas de nacionalidades rumana, española y rusa e imputado a la madre y la hermana de los proxenetas, residentes en Rumania.
Los máximos responsables eran tres hermanos que sometían a sus víctimas, entre las que se encontraba la mujer de uno de ellos, a tratos degradantes y vejatorios para tenerlas dominadas física y psicológicamente. En los registros practicados en dos domicilios de Barcelona se intervino abundante documentación relativa a las actividades ilícitas, resguardos de envíos de dinero, teléfonos móviles de última generación y dieciséis papelinas de cocaína.
A los detenidos se les imputan delitos de trata de seres humanos, pertenencia a organización criminal; relativos a la prostitución, amenazas; lesiones, coacciones y delitos contra el patrimonio; malos tratos habituales en el ámbito familiar; contra el derecho de los trabajadores y contra el derecho de los ciudadanos extranjeros.
La operación se ha desarrollado en el marco del Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos impulsado por la Comisaría General de Extranjería y Fronteras. Varias de las mujeres eran además obligadas a cometer hurtos en enclaves turísticos y en el Metro de la ciudad condal.
DENUNCIA INICIAL
La investigación se inició el pasado mes de marzo, a raíz de una denuncia presentada por una víctima de explotación sexual. Las pesquisas de la Policía Nacional se iniciaron en colaboración con el Agregado de Interior de la Embajada de Rumania en España y la Guàrdia Urbana de Barcelona.
Las sospechas recaían sobre un clan familiar dedicado a la trata y posterior explotación sexual de mujeres. En su denuncia, una ciudadana rumana manifestaba ser víctima de trata y explotación sexual por parte de un grupo familiar, liderado por su propio marido, quien la amenazaba con matar al bebé que tenían en común para coaccionarla.
La mujer era obligada, siempre bajo el férreo control de los miembros del clan, a ejercer la prostitución en las calles del barrio del Raval de Barcelona o en clubes de alterne. También se veía obligada a cometer diferentes delitos de robo y hurto en comercios de enclaves turísticos o en el Metro de la ciudad condal.
A lo largo de la operación policial, los agentes fueron conociendo la estructura y composición de este grupo, además del grado de implicación de cada uno de sus miembros. La trama estaba liderada por el marido de la víctima que denunció los hechos y sus dos hermanos varones, todos ellos actuando como proxenetas. El resto de familiares ejercían de conductores, controladores o realizaban envíos de dinero.
Por otro lado, se averiguó que la organización disponía también de infraestructura en Rumania, donde residen la madre y una hermana de los tres proxenetas. Estas dos mujeres eran las encargadas de retener al bebé como medida de presión y de recibir las remesas de dinero desde Barcelona.

Mostrar comentarios